jueves, septiembre 28, 2006

Arbusto se apunta a "Bricomanía" (foto incluida)

En la entrada anterior acabé hablando de mis fallidos intentos de emular a los hombretones de Bricomanía. La construcción de mi estantería era, en principio, algo muy sencillo: una tabla de madera con dos láminas metálicas que hay que atornillar en cada lado, para así poder colgar la cosa en cuestión. Como puede verse, no coloqué las láminas de forma demasiado correcta. En cualquier caso, lo que otros lo llaman "pifia", yo prefiero llamarlo "arte arbustiano". Y es que en los museos de arte contemporáneo se han visto truños peores que éste, sin duda...

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miércoles, septiembre 27, 2006

Mis escasas actividades de ocio

Soy de esos capullos que, cuando viven en un pueblo o en una ciudad pequeña, siempre están quejándose por la falta de alternativas de ocio. Pero es que cuando se trasladan a una ciudad más o menos grande siguen haciendo la misma rutina: ir a dos o tres sitios para comer, al mismo pub de siempre para la dosis semanal de alcohol, y poco más. Vamos: una paletada. Llevo ya un tiempo viviendo en una ciudad con varios millones de personas y, tras el subidón de adrenalina inicial, no he hecho sino reproducir los viejos patrones arbustianos: un sitio (cutre) donde cenar el jueves, otro sitio (normalito) donde comer los sábados, y algún lugar improvisado para la cena de los domingos que tanta pereza me da cocinar. Los sábados voy a un restaurante japonés en el que te ceban por poco dinero (eso de que japonés equivale a minimalismo y precios caros es una bola que han metido a los españoles) pero, por desgracia, no soy el único con hábitos fijos. En las tres últimas semanas siempre me encuentro a una pareja de hippies venidos a menos (él, más guarro, intenta mantener el “estilo”) acompañados de seis o siete chavales más o menos bulliciosos. Mucho buen rollo y mucha igualdad, pienso yo, pero el cerdupio ése le ha cascado seis embarazos a la señora sin pudor alguno (se nota que no es él el que los tuvo que parir).

Dejando de lado el espinoso tema “te dejo embarazada mientras reposas del parto”, lo que más me jode de esta gentecilla es que imponen, muy claramente, la vestimenta a los niños. Muy triste es el caso de un chaval de unos ocho o nueve años al que ya he cazado dos veces con camisetas con la hoz y el martillo comunista. ¿Por qué cojones visten al niño con camisetas de la Unión Soviética, si se puede saber? Supongo que al capullo del padre le hará mucha gracia la cosa, y a lo mejor hasta lo envía, cuando el niño tenga 15 años, a unos de esos “campos de trabajo” de Cuba para que se pase un mes respirando pintura y barniz tóxicos mientras arregla una escuelita de las que se caen a pedazos en el país del amigo Fidel. Eso sí, el niño ya tiene su iPod.

Podría decirse que mi ocio semanal empieza y acaba en el citado restaurante japonés. Y es que llevo meses sin ir al cine, y además este año me he perdido el festival que organizan aquí a principios de septiembre. Un colega del consulado sí que ha estado por allí, gorroneando cócteles oficiales como un cabrón (ese lugar me correspondía a mí, la verdad) y ha sido muy claro respecto de las películas españolas que se han presentado: “una mierda, chico, una puta mierda introspectiva”. Lo que también me ha dicho es que ha tenido la oportunidad de conocer a varias personas del ministerio de Cultura, entre ellas una mujer cuya única función, según ella, es acompañar a Almodóvar a cualquier lugar y ofrecer el “apoyo económico” (léase, tarjeta de crédito sin límites) que necesite puntualmente. A cambio, claro está, de declarar orbe et urbi las bondades del actual gobierno. La verdad es que este tipo de chanchullos no me sorprende, pero sí que me asombro todavía ante la zafiedad de la individua en cuestión, quien no parece tener vergüenza alguna en declarar cómo se gasta el dinero público.

Intentaré ir al cine si es que hay alguna película este viernes, en cualquier caso. O quizá me pille algún dvd, ya se verá. Lo que sí que no haré para pasar el tiempo es ponerme rollo bricomanía, porque a mí 1) No me entretiene; 2) No me relaja; 3) Me hace quedar como un cetrunio. Baste, como doloroso botón de muestra, la sencillísima estantería que intenté montar ayer, y que parecía más un boceto de Juan Gris (rollo cubismo sintético) que un artilugio de cierta utilidad para la vida diaria.

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lunes, septiembre 25, 2006

Por qué no me gustan las palomas

Hay que castrarlas. Hay que castrarlas a todas. Las putas palomas son una especie animal cuya utilidad no es que sea cero (¿alguien utiliza palomas mensajeras a estas alturas? No se me ocurren más usos palomiles) sino que además joden los monumentos y los edificios con su jodida caca radioactiva. Cansadas de atacar los (escasos, para qué negarlos) monumentos que hay en mi Kabul, ahora la han tomado con el balcón de chez Arbusto. Ya me había resignado a que el suelo de la terraza apareciera lleno de mierdecitas un día sí y otro también, pero es que en la mañana de ayer uno de estos especimenes se dedicó a chocar, una y otra vez, contra el cristal que hay entre el balcón y mi dormitorio. Me levanté sonámbulo después de madrugar (las 11 de la mañana del domingo es “madrugar”, para mí) y la allí la vi, tan ufana ella, dándose cabezazos contra la ventana y dejando caer excrementos a intervalos regulares de minuto y medio.

La frialdad en momentos difíciles no es una cualidad muy arbustiana, para qué negarlo. Lo único que mis adormiladas neuronas acertaban a comunicar era algo así como “lanzar objeto a ese animal / lanzar objeto con fuerza”. Después de deambular por el salón y la cocina al más puro estilo lemmings, encontré la que creía ser la “solución final” (nótese el eco hitleriano de estas palabras): cogí una botella vacía de agua y la llené del líquido elemento. (Inciso hooligan: quien ha ido a un campo de fútbol sabe el daño que se puede hacer al árbitro si le lanza la botella con cierta puntería). Abrí la puerta de la terraza y, cuando ya tenía el brazo armado cual jugador de balonmano, apareció la siempre cabal Copycat para impedir la agresión en virtud del siguiente argumento: “si tiras contra la paloma según está ahí, te vas a cargar el cristal, pedazo de gañán”. Después de calibrar este inconveniente, acabé por reconocer lo erróneo de mi planteamiento anti-palomas. Así que, a indicación de Copycat de nuevo, entré a la cocina y agarré una escoba que me sirvió, más mal que bien, para dar un estacazo al animal de marras. Aunque no le pegué de lleno, al menos no volvió por la terraza en toda la tarde.

jueves, septiembre 21, 2006

Arbusto ha vuelto

Arfff, arfff....

Ha sido duro, muy duro. Pero al fin estoy libre. Desde que escapé de España hace diez días he sufrido todo tipo de torturas y vejaciones. Todo empezó con mi (parcialmente) fallido intento de contrabando de embutidos. Ya conté que en la aduana del aeropuerto me confiscaron parte del material, aunque no todo. La cosa es que el jamón había quedado oculto en el fondo de la maleta y el policía, al ver el revoltijo de ropa interior arbustiana (ciertos calzoncillos de estética, cuanto menos, peculiar, para qué negarlo) decidió no meter mano y dejar pasar la maleta tuviera lo que tuviera. Visto lo visto, creo que lo mejor para traficar con embutidos en aeropuertos internacionales es llevar bien oculto el material bueno y poner, para despistar, algo de chóped en la parte de arriba (podría ser el chóped con la cara de Mickey Mouse, ese mítico de los ochenta). Luego dejas que te lo confisquen y aquí paz y después gloria. En cuanto al tema vinícola, ya conté que me dejaron pasar las cuatro botellas que llevaba, la primera de las cuales ha empezado hoy a funcionar como compañera de digestión para mis cenas otoñales.

Pensaba yo que lo peor ya había pasado. ¡Nada de eso, caros amigos! Tras evadir la puta aduana alguien debió de comunicar a los servicios secretos la vuelta al país del fugitivo Arbusto, y ahí fue cuando empezó la verdadera pesadilla. A las pocas horas de instalarme en mi humilde morada, ¡oh, hermanos, escuchad mi llanto!, irrumpieron unos violentos encapuchados armados hasta los dientes, uno de ellos con camiseta de Viceversa y otro (se me hace un nudo en la garganta al recordarlo) con una de OBK, de ésas que llevas la foto a la tienda y te la imprimen para ti. Aunque no recuerdo bien lo que pasó, creo que me lanzaron algún tipo de gas que me hizo perder la conciencia hasta que, por fin, desperté en una oscura habitación. Allí me tuvieron hasta hoy jueves haciéndome sufrir torturas nunca imaginadas por ser humano alguno: desde tatuarme con lentitud el rostro de Pepe Blanco en el brazo izquierdo, hasta hacerme recitar de memoria pasajes del último libro de Lucía Etxeberría (sí, ése en el que plagia a un psicólogo párrafos enteros).

Afortunadamente, soy de pueblo y tengo la cabeza bien dura, así que no me derrumbé ante tamañas atrocidades. Como vieron que no podían arrancarme confesión alguna, decidieron soltarme aunque avisándome que, a la menor actividad revolucionaria en internet, volverían a por mí. Ahora soy libre, sí, pero no sé si podré vivir como lo hacía antes: en estos días de tortura he visto el horror, el horror que nadie había imaginado antes. Lo he visto de frente, y no hay palabras para describirlo.

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jueves, septiembre 14, 2006

Sigo vivo

Sólo quiero hacer notar que sigo vivo (aunque no creo que importe a nadie, de todas formas). El viaje interoceánico fue una paliza y lo peor de todo fue el momento "contrabando de vino + embutidos ibéricos", una operación que sólo pude realizar parcialmente (al menos salvé al jamón Navidul, gracias a la inestimable colaboración de Copycat). Bueno, ya actualizaré algún día...

viernes, septiembre 08, 2006

¿Qué se puede decir sobre Pepe Rubianes?

Una de las pocas noticias gratas que había leído en estos días era el veto que Gallardón le había puesto a Pepe Rubianes, ese actorcillo que dijo cosas tan agradables sobre la “puta España” en la televisión catalana (he puesto el vídeo al final de este texto, por si alguien no lo ha visto). Estoy de acuerdo en que Rubianes no actúe en un teatro de titularidad pública como es el Teatro Español de Madrid, por dos motivos básicos: 1) Rubianes debería tener algo de coherencia, y limitarse a trabajar en Galicia, País Vasco y Cataluña (le concedo el derecho a trabajar en los denominados Países Catalanes). Además, ¿no le salen sarpullidos por ir a un teatro llamado “Español”?; 2) El veto a Rubianes no hace sino proteger su propia integridad física, porque se arriesgaba a que algún energúmeno le atacara durante la representación de la obra (aunque quizá Rubianes deseaba esto para seguir echando leña al fuego guerracivilista que nos consume).

Cuando parecía que la cosa estaba tranquila, nos viene ahora Comisiones Obreras poniendo a disposición del mártir Rubianes un ateneo que tiene el sindicato en Madrid. De nuevo, nos enfrentamos a un caso más de amor apasionado entre la izquierda (supuestamente defensora de España como nación) y arribistas nacionalistas (en este caso, el gallego catalanista Rubianes) de escasa formación intelectual. La pregunta que siempre me hago es: por qué defender a los nacionalistas se considera todavía progresista? ¿Cómo podemos ser tan estúpidos, tan acomplejados, a estas alturas? Citaré a continuación algunos extractos de la nota que la Agencia Efe ha publicado con las declaraciones del sindicato CC.OO.:

La directora del Ateneo Cultural Primero de Mayo de CCOO de Madrid, Blanca Casado, afirmó que "el sindicato no pretende abanderar nada, sino poner de manifiesto que las represalias por opinar libremente son fruto de otra época, una época que no queremos reeditar y que muchos queremos ver y tenemos derecho a ver la obra 'Lorca eran todos'".
(...)
CCOO considera "lamentable que a estas alturas se confundan las opiniones personales con la obra de un artista, ya que por ese camino podemos volver a legitimar la quema de libros y la marginación y exclusión de profesionales de la cultura de ámbitos de actuación públicos y privados en función de sus ideas y del Gobierno de turno".


Sí, sí, muy bonita esa retórica de la quema de libros (¿por qué no mencionan a Franco, joder, que parece que se han quedado con las ganas?) y ese rollo libertad de expresión, pero a mí nada de esto me convence. Supongo que al final Rubianes estrenará en Madrid ante un selecto público de progresistas que acudirán a ver cómo este energúmeno nos demuestra que, al final, García Lorca era un catalanista convencido o algo por el estilo. Que la vida política española siga articulada hoy según la metáfora izquierda-derecha, en términos (implícitos y a menudo explícitos) propios de la Guerra Civil demuestra, muy claramente, nuestra congénita incapacidad intelectual y moral. Basta echar un ojo ahí afuera para ver que ningún país desarrollado del mundo está todavía dividido por guerras sucedidas hace 70 años. Pero ya sabe, Spain is different…


jueves, septiembre 07, 2006

Me piro

Las minivacaciones arbustianas llegan a su fin. En un par de días estaré de vuelta a mi cueva en Kabul, tras dos semanitas de descanso por las Españas. Poco o nada nuevo he visto por aquí, aparte de algunos hechos que me hacen recordar las palabras de Groucho Marx: “partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria”. Por ejemplo: hace unas semanas hablaba de ese invento tan español como es la patada hacia arriba, y ayer me encontré con que esta práctica tan extendida en la empresa privada también prolifera entre mi admirada clase política (véase esa secretaría de Estado que se han inventado para la Trini, con tal de quitársela de enmedio y de que no haga el ridículo en las próximas elecciones a la alcaldía de Madrid). Pero, como no conviene cebarse con los inferiores, no ahondaré en este tema.

He de reconocer que hay cosas que, a estas alturas, todavía me siguen sorprendiendo de la picaresca española. Por ejemplo, la semana pasada me enteré del nuevo método para vender entradas de conciertos por internet: como la reventa está perseguida, ahora el truco consiste en poner en los foros anuncios del estilo “Se vende bolígrafo + 2 entradas para los Rolling Stones de regalo”. Magistral. Otras veces, las formas de evadir la legalidad no son tan refinadas, como cuando un clan de 200 gitanos se fueron esta semana sin pagar la factura del restaurante. Por supuesto, la culpa de todo esto la tendrá la opresiva sociedad que los obliga a actuar así, y hasta habrá alguna ONG que les dará cobertura jurídica en caso de que alguien los lleve a juicio (cosa que dudo, porque nadie se ha atrevido a poner denuncia). No son los pobres gitanitos los únicos que se aprovechan del rollo discriminatorio. El momento inmigrante que se te cuela en la consulta del médico y que te acusa de racista si le dices algo es poco menos que el pan nuestro de cada día (Copycat se sabe muchas historias de ésta, porque su tía trabaja en una consulta). Me contaba mi hermano menor el otro día que, después de comerse una hora de cola para pillar un taxi, llegó un marroquí por delante de él e intentó meterse en el coche. El taxista, supongo que un “fascista”, le dijo que tenía que ponerse a la cola, a lo que el espabilado contestó en voz bien alta: “No me llevas en el taxi porque eres un racista”. En el resto de los países se obliga a los que llegan a ajustarse a las normas más básicas de convivencia (yo mismo he cambiado ciertos hábitos de comportamiento en mi exilio), pero ya se sabe que España siempre fue elchochodelabernarda y no va a dejar de serlo ahora. Pues nada: que siga la fiesta. Nos vemos en Navidad, supongo.

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miércoles, septiembre 06, 2006

Paletada consumada

Como no podía ser de otra forma, nuestro pronóstico se cumplió (ver el final de la entrada arbustiana de abajo, sobre la selección española). Los del Premio Príncipe de Asturias han consumado la paletada al darle el premio al equipo español, cuyo mérito ha sido proclamarse campeón del mundo de baloncesto. ¿Por qué no se lo dieron a Serbia y Montenegro, por ejemplo, cuando se proclamó campeona en el anterior mundial? ¿O a Italia, por ganar el mundial de fútbol este año? Si no hay entereza moral para organizar un premio de alcance internacional, pues se elimina el premio y ya está (un buen dinero público que ahorraríamos, por cierto).

Por supuesto, Televisión Española estará retransmitiendo el acto de entrega con todo lujo de detalles (léase: decenas de funcionarios para hacer posible una conexión televisiva). No pagan los derechos de retransmisión del baloncesto (¿qué son 3,5 millones de euros dentro de la milmillonaria deuda del ente / Ente público?) y luego se suben al carro tarde y mal, como cuando el lunes por la noche retransmitieron en la Primera la celebración del título en Plaza de Castilla de Madrid: jugadores y entrenador diciendo tópicos sobre un escenario montado en la plaza. ¿Era necesaria esta chapuza? ¿Hasta cuándo, Caffarel, abusarás de nuestra paciencia?

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Lamiendo el culo a la monarquía, de nuevo

Como sabrán los lectores de este blog, el domingo la selección española se proclamó campeona del mundo de baloncesto (paliza mítica a Grecia, por cierto). Durante el campeonato, el secretario de Estado para el Deporte estuvo en Japón con el equipo nacional, y el último día llegó in extremis la ministra de Educación, Cultura y Deportes para poder cazar una foto con los chavales. Creo que con el secretario de Estado ya había suficiente representación política, y que no tenía sentido hacer volar a ZP expresamente para ver la final, (en cuanto a la ministra, ya dijo alguien el domingo que la mujer acababa de presenciar su primer partido de baloncesto). Y, políticos aparte (cuanto más lejos, mejor, en mi opinión) los que sí que no se dejaron caer por Japón (qué lejos queda Japón, que diría la canción) fueron los miembros de nuestra esforzadísima familia real, ésa tan “moderna” y “amante del deporte”. Parece que el Rey tenía una apretadísima agenda (¿por qué no ha dicho dónde pasó el fin de semana?) y de Urdangarín (ex deportista profesional) y compañía poco o nada se sabe. Mucho practicar vela y equitación (deportes poco elitistas, desde luego) pero luego a nadie le apetece comerse el viaje a Japón, ni siquiera en primera clase y con todo tipo de lujos.

Me trae sin cuidado la cuestión de si la familia real debió desplazarse a Japón para asistir al mayor éxito del deporte español en su historia. Lo que no soporto es que todos los periodistas, tanto de derechas como de izquierdas, laman el culo a los reyes cuando ayer martes recibieron a los jugadores de baloncesto en su Choza Real. La situación es la siguiente: la consecución del campeonato no es tan importante como para que alguien de la monarquía se desplace a Japón, pero cuando les hacen una recepción oficial dos días después del triunfo entonces sí que toca alabar la enorme gratitud y humanidad de nuestro rey. ¿Por qué hay tanto cagón suelto? ¿Nadie se atreve a denunciar lo obvio?

Por cierto, que si hoy les dan el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes a la selección de baloncesto, el galardón perderá automáticamente el poco prestigio que le queda. ¿No se supone que es un premio de alcance internacional? ¿Qué mierda es ésa de improvisar galardonados así, de manera tan burda y pacata? Nadie se ha acordado del basket en este país durante años (recordemos: Televisión Española no se molestó en pagar los derechos de emisión) y ahora, de pronto, salen las condecoraciones por todas partes, como si la dignidad de la clase dirigente española consistiera en sacar un paquete de donettes en el patio de un colegio.

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viernes, septiembre 01, 2006

Pérez-Reverte, qué tipo tan íntegro

No voy a juzgar la obra literaria de Arturo Pérez-Reverte, más que nada porque no he leído ningún volumen de Alatriste y se supone que esta colección es lo mejor que ha escrito el autor. Sí que leí hace años Territorio Comanche y El club Dumas pero, como ya he dicho, no es ésa la cuestión que me interesa hoy. Lo que me pide el cuerpo es preguntarme: “¿qué pasa, Arturito, dónde están tus malas pulgas ahora? Hace unos meses, Pérez-Reverte se fue de un chat en la página web de El Mundo porque el hombrecillo consideraba que las preguntas que le enviaban eran muy poco interesantes. Y ya sabemos la facilidad con la que pone a parir (con cagada de muertos incluida) a cualquier individuo que le moleste, sobre todo a los políticos patrios. Y ahora nos sale el exigente Arturo, en el estreno de la película, fotografiándose con ZP y compartiendo carantoñas con el presidente del gobierno. Pero qué sonrisita tan maja la del cartagenero universal, la de este merecido académico de la lengua… por un lado se forja fama de tipo malo poniendo a parir a ZP y compañía y, por el otro, se deja ver de buen rollito con los políticos si ello es necesario para promocionar Alatriste. Un comportamiento curioso, por decir algo. Toma integridad.

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