viernes, diciembre 21, 2007

Tiempos de mediocridad

Apenas llevo 20 horas en España y, a modo de obsequio de bienvenida, me he tenido que tragar la última perla de ZP antes de la disolución de la legislatura. Según una nueva normativa, los padres en España ya no podrán dar un cachete a sus hijos. Envueltos como estamos en este clima de relativismo moral, miedo me da pensar en las siguientes leyes buenrollistas que nuestro prohombre patrio se dispondrá a aprobar en la próxima legislatura, si es que sale reelegido el próximo 9 de marzo.

No he podido evitar una arcada al ver a la egregia Pilar Bardem, comunista oficial del reino, celebrar (champán incluido) la aprobación del canon digital. Como ya sabemos, la cosa consiste en que todos lo que compren un cd o un dvd tendrán que pagar un impuesto que elimina, en la práctica, la presunción de inocencia de los usuarios. Así que sabéis, amiguetes: 0,30 euros por USB flash disk, 3,15 euros por mp3, 12 euros por discos duros, todo ello a la salud de Teddy Bautista, Ramoncín y otras celebridades locales. ¿Qué hacer? Pues joderse. Bueno, joderse y algo más, ya que para “contracelebrar” el canon digital, estoy haciendo ahora mismo mi primera descarga con el Ares 2.0.9, un programa P2P que me cuentan que funcionan de lujo. A modo de autorregalo navideño, me voy a cascar el espectacular concierto que Johnny Cash dio en la cárcel de San Quintín en 1969.

Por cierto, la semana pasada me compré el doble dvd de Walk the Line con la tarjeta de regalo que me dieron dos buenos amigos con motivo de mi reciente cumpleaños. Lamentablemente, supongo que por cuestiones de derechos de autor, el segundo dvd apenas incluye imágenes reales de los conciertos carcelarios de Johnny Cash, algo que yo esperaba como parte del material adicional que siempre se incluye en estos casos. De todas maneras, y mientras me descargo el concierto de San Quintín, puedo disfrutar con los muchos vídeos de Johnny Cash que se encuentran disponibles en YouTube. Y, aunque en la película se puede apreciar el amor que Cash sentía por June Carter, es en los duetos que ambos cantaron cuando uno se da cuenta de hasta qué punto él se sentía fascinado por ella, amor no correspondido durante años hasta que ella aceptó la propuesta de matrimonio que Cash le hizo durante un concierto en el año 1968.


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martes, diciembre 11, 2007

Unas palabras sobre "No Country for Old Men"

Creo que alguien tiene que decirlo bien claro: No Country for Old Men es una buena película, quizá una gran película, pero no es la puta hostia (arrástrese la “s” de hostia para hacer más énfasis). Ayer mismo se anunció que el Círculo de Críticos de Nueva York va a otorgar cuatro premios a No Country (incluidos los de mejor película y mejor guión) y a mí me da que la cosa está un poco sobrevalorada, cuando menos. Ya se sabe cómo funciona el negocio de los críticos de cine: un grupúsculo de supuestos entendidos, con o sin farlopa de por medio (¿Carlos Boyero? ¡Presente!), decide en un momento dado que quieren masturbarse (intelectualmente hablando) con una película. Lo de menos es la película en sí: ellos sólo quieren soltar frasecillas como “este filme es ya un clásico”, “una película digna del mejor Martin Scorsese”, y panoplias similares. Y si encima puedes invocar la marca hermanos Cohen, pues qué más se puede pedir… Por cierto, Javier Bardem hace un trabajo más que decente, que confirma que es un actor y no un showman estilo Antonio Banderas, pero tampoco creo que haya hecho el gran papel de su vida. Sería cachondo que le dieran un Oscar por su papel en No Country después de habérselo negado en Antes que anochezca y Mar adentro. Esta injusticia es sólo comparable a los Oscar que le han birlado ya a Joaquim Phoenix, empezando por su papel protagonista en Walk the Line y siguiendo por sus roles secundarios en Quills y Gladiator. Cuánto ignorante suelto hay por ahí.

Siguiendo con No Country, tampoco veo nada especialmente raro en que haya gente que se dedique a hacer matanzas en la pacífica e ilustrada Texas. Lo raro sería casi lo contrario, teniendo en cuenta como está el patio. Tampoco sería justo echar siempre la culpa a los yankies: entre las entrañables memorias de mi niñez, recuerdo un loco que se pasaba todo el día sentado en su portal, a unos treinta o cuarenta metros de la casa de mi abuela. El hombre daba miedo porque combinaba un cincuenta por ciento de mirada perdida con un cincuenta por ciento de frío escrutinio de toda persona que pasaba delante de él. Vamos, que el pollo parecía ir a saltar a por alguien en cualquier momento. En el pueblo se decía que el tipo era un superdotado que empezó a hacer Matemáticas y que, de tanto estudiar, había perdido la cabeza. Viendo la mirada perdida de Bardem no puedo evitar acordarme de aquel vecino, rapado al cero y pertrechado con la boina de rigor, que llenaba de intriga mis tiernos veranos. Mi infancia son recuerdos…

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martes, diciembre 04, 2007

Momentos dolorosos: las contribuciones que Venezuela, México y Canadá hacen a la humanidad

Me envía unos de mis informadores la que ya se conoce en internet como “Mejor foto de 2007”. La verdad es que la imagen no tiene desperdicio, para qué negarlo. Aunque a mí me gusta aún más la foto de portada de la web de Aló Presidente, programa patrocinado por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información del Gobierno Bolivariano de Venezuela (ahí queda eso). ¡Qué elegante nuestro Hugo, con su sempiterna camisa roja, con esas máquinas al fondo de la imagen! Elegías fotográficas aparte, hay que reconocer que lo del rechazo a su reforma constitucional ha sido un gustazo de lo que hacen época. Teniendo en cuenta lo calentito que estaba el señor Chávez después de lo de King Charles, no quiero ni imaginarme lo que habría pasado de haber ganado el referéndum. Para empezar, iba a declarar la comuna como “unidad básica de la economía venezolana” y no creo que tardara demasiado en expropiar unas cuantas empresas extranjeras, preferentemente españolas.

Pero no todo podía ser buenas noticias en los últimos días. Este sábado, mientras el alcohol (barato) me hacía alabar ante un selecto público latinoamericano las virtudes de dos iconos mexicanos como El Chavo del Ocho y Don Francisco (el presentador de Sábado Gigante), alguien me hundió al decirme que Don Francisco no tenía nada de mexicano. El hombre es chileno, me dijeron; y chileno judío, para más inri (lo siento, no he podido evitar el chiste fácil) que responde al nombre de Mario Luis Kreutzberger Blumenfeld. Así que, descartada la mexicanidad del individuo en cuestión, ya sólo me queda refugiarme en los recuerdos del Chavo del Ocho, mi auténtico mentor intelectual durante mi lejana niñez, influencia espiritual quizá sólo superada por Chelo Vivares (como reza la canción: “dentro de Espinete/hay una persona/se llama Chelo Vivares/y es una tía”). Por cierto, ¿alguien sabía que Chelo Vivares estaba dentro de Curro, la mascota de la Expo 92?

Para joder más la marrana, acaba de aparecer un nuevo disco de Celine Dion, una de mis bestias negras. El otro día, sin ir más lejos, leí a un tipo que, en su crítica del disco, decía que una sóla canción contenía la palabra "love" más de 40 veces, y eso sin contar con los "lover" y "loving" que también aparecían.
La disolución de La Oreja de Van Gogh parecía haber traído un rayo de luz a mi triste existencia, pero ya se ve que la felicidad dura poco en la cueva del arbusto. Y, además, Avril Lavigne están promocionado también su nuevo disco con total impunidad, como si fuera una cantante que debiera de ser tomada en serio y todo… ¿Es esto ya el infierno, mi Señor?

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