jueves, julio 26, 2007

Final de mi aventura en Suiza

Concluye hoy (concretamente a las 20:10 horas, cuando tomaré el avión para Madrid) mi periplo helvético de dos meses (sobre)viviendo en una ciudad de habla alemana. Al final la cosa no ha salido tan mal como pensaba, ya que me han pagado un dinero aceptable por currar en una biblioteca (ventajas de tener un banco suizo inyectando dinero a espuertas, supongo). Antes de llegar no me habían dicho nada en concreto del asunto pecuniario y yo, tan acostumbrado al modus operandi de la empresa española, daba por hecho que iba a recibir poco o nada de dinero. Y es que servidor arbustiano está por desgracia acostumbrado a unas palabras que, estoy seguro, serán familiares para más de un lector:

“¿De qué te quejas? Eres un privilegiado por trabajar aquí. ¿Sabes que hay 10.000 tíos ahí afuera dispuestos a entrar ahora mismo?”

Y del argumento “hay 10.000 tíos ahí afuera” se deduce, por infalible lógica, que tienes que aguantarte con la miseria que te pagan y encima dar las gracias.

No ha sido éste mi caso, como ya he comentado. Además, gracias a mi austera dieta “estudiante universitario en los tardíos 1990s” he conseguido ahorrar un poco de dinero y todo, lo cual no viene mal para mantener la autoestima en niveles aceptables. De la ciudad me llevo unos cuantos recuerdos, buenos y malos, no tanto de museos, catedrales y cosas de ésas sino de las personas con las que me he llegado a cruzar. La número 1, sin duda, es la célebre Jenny, una frágil muchachita venida de Oklahoma para hacerme menos aburridas las tardes en la biblioteca. No quiero hablar mucho de ella porque, como predica un buen amigo mío, en la vida hay que ser generoso con los inferiores. Solamente mencionaré su “peculiar” cultura geográfica: la tía está absolutamente convencida de que todo el mundo se sabe de memoria el mapa de los Estados Unidos (es el único mapa que ha estudiado ella en su vida, claro) y de vez en cuando suelta coletillas del tipo “como sabes, Texas está debajo de Oklahoma”, o “bueno, esto ya lo sabes, que desde Kansas tienes Nebraska, luego Dakota del Sur y después Dakota del Norte”. Me fascina el modo en el que la Jenny da por hecho que el mundo entero se estudia el mapa de su país, mientras luego me pregunta cosas como el significado de la palabra “Quito”, sin saber que se trata de la capital de Ecuador (dudo además que sepa qué es Ecuador), o reconoce sin pudor alguno que no sabe quién es Hugo Chaves.

Más allá de la pobre Jenny, me gustaría hablar de un peculiar triunvirato de freakies con los que he hecho amistad en estas semanas:

- Un tipo que ha escrito una guía turística a China y que está ahora mismo traduciendo la obra de Franz Kafka al indonesio.

- Un profesor de matemáticas chino que no sólo presume de ser el mejor poeta de su país, sino que se autopresenta como traductor de Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Alejandra Pizarnik. Lo cual no está mal si no fuera porque el hombre no tiene ni idea de español, ya que es incapaz de diferenciar el singular del plural (¿pensaba que se iba a ir de rositas ante Arbusto? No way). El caso es que el tipo gana dinero y prestigio inventándose traducciones que, evidentemente, nadie se va a tomar la molestia de comparar mediante un minucioso examen chino-español/español-chino.

- Un joven de Philadelphia que acaba de terminar un Máster en Teología y que quiere escribir una tesis doctoral sobre San Agustín. Mientras tanto, se gana la vida dando clases de esquí a soldados tullidos que vienen de Irak y Afganistán.

Caso aparte es mi casero, un sueco que tiene una bandera gigante de Estados Unidos en su salón, que escucha “Si tú no vuelves” de Miguel Bosé y que se gasta la renta que le pago en putas.

La raza humana: ese gran misterio.

viernes, julio 20, 2007

Estoy hasta los huevos de hipócritas como éste


La noticia es ya de sobra conocida: un juez ha ordenado el secuestro de la revista El jueves por unas viñetas contra el principito Felipe y su señora Doña Leticia. Esta orden judicial, que no va a servir sino para multiplicar las ventas de la revista en el futuro, confirma algo tan evidente como que en lo tocante a la monarquía sigue habiendo censura en España. Ahí lo dejo: es más que evidente y no hay más que hablar.

Lo que más me revienta de todo el asunto son las palabras del malnacido de Guillermo, el dibujante de las viñetas en cuestión. Dice el machote, y cuidado que no tienen desperdicio,

Lo mejor es que me corten la mano derecha”.

Vamos a ver, Guillermito. ¿Te sientes muy gallito por trabajar en ese “irreverente” semanario que es El jueves? Parece que sí, por lo que veo. Pero déjame hacer un poco de memoria: ¿recuerdas qué pasó cuando estalló la polémica por la caricatura de Mahoma? ¿Qué hizo entonces tu revista, autoproclamada adalid de la libertad de expresión? Muy sencillo: sacar una portada que decía

Íbamos a dibujar a Mahoma… ¡Pero nos hemos cagao!”

Pues eso: que faltan huevos para ciertas cosas. Ya que te cagas, como decís en vuestra revista, por lo menos defeca en silencio y procura no salpicar con tu apestosa retórica. Bromitas con el Islam las justas, que hacerse el progre en Occidente es muy fácil.

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jueves, julio 19, 2007

Visto en internet el 18 de julio

Como no tengo muchas ganas de enrollarme pero, al mismo tiempo, me apetece actualizar el blog, nada mejor que recurrir al viejo (y efectivo) truco de comentar las últimas noticias. Aquí van unas píldoras de rencor arbustiano:

- ¿Por qué siempre que hay alguna catástrofe aérea siempre sale alguien contando “que estuvo a punto de coger el avión”? La noticia, que yo sepa, es que 200 personas han muerto, y no que 6.000 millones de personas (potenciales pasajeros) no se subieron al cacharro en cuestión. Entiendo que los periódicos estén escasos de temas en verano, pero la excusa sigue sin valerme.

- Hablar del cumpleaños de un niño cuando éste lleva cuatro meses desaparecido (y que está muerto con casi toda seguridad, aunque la familia no lo quiera reconocer) me parece, cuando menos, obsceno.

- Por cierto, y esto es un comentario que viene al hilo de lo anterior, parece que los medios de comunicación dan ya menos la paliza con la Madeleine de los cojones, la niñita inglesa que fue dejada encerrada en una habitación del hotel, junto a sus hermanos de dos años de edad, por sus muy responsables y protectores progenitores (muy bonito eso de parir niños pero más bonito es una cena romántica a solas, claro). Que se hubieran gastado diez o veinte euros en una niñera en lugar de venir pidiendo milagros a Ratzinger & Cía, no te jode.

- ¿Por qué en lugar de luchar tanto para proteger la Sagrada Familia no terminan el edificio de una puta vez?

lunes, julio 16, 2007

Segurola se va al Marca

Segurola se va al diario Marca. Sorpresón, sin duda. Para quien no lo conozca, el tito Segurola ha sido jefe de Deportes en El País durante mucho años, y periodista estrella del As y de la Ser. ¿Tanto dinero le dan en el Marca para cruzarse de acera después de tantos años en el grupo Prisa? Creo que por dinero no ha sido porque, y seamos sinceros, si Polanco quiere retener a alguien no tiene más que sacar la chequera y cerrar el asunto. Cuando el Marca ha intentado fichar a alguien del As (hace un par de años sonó el rumor de que iban por Tomás hooligan Roncero) la cosa se ha solucionado sin mayores problemas: más pasta para el redactor en cuestión, que se beneficia de la puja, y aquí paz y después gloria.

Lo de Segurola, me temo, no es en realidad más que una rocambolesca jugada de ésas que te pasan en la vida cuando te crees demasiado listo. Me explico: el verano pasado Segurola decidió que, dada su amplísima cultura libresca, eso de escribir crónicas deportivas se le quedaba pequeño. Así que movió unos cuantos hilos y consiguió el puesto de jefe de Cultura en El País (casi nada) y director del suplemento cultural Babelia. Segurola, acostumbrado a apabullar con su cultura en las tertulias deportivas (es lo que pasa cuando has leído 15 o 20 libros en tu vida, y los demás no han leído nada) pensaba que para saber de literatura, música, teatro y cine bastaba con empollarse uno de los libros de esos que publica César Vidal (ver mi entrada del 10 de julio). Y, claro, trabajando día tras día en la redacción de Cultura pues como que al final se te acaba viendo el plumero. ¿Qué hacer, entonces? ¿Volver a escribir las crónicas del Real Madrid en El País, reconociendo que no sabe hacer otra cosa? Antes que eso, mejor fichar por el periódico rival y camuflar esta vuelta a la cosa deportiva bajo las clásicas palabras de este proyecto me ilusiona, etc.

Pues nada, que te vaya bien, amigo Segurola. Dinero, desde luego, no te va a faltar. Igual hasta puedes practicar en el Marca un poco de prosa poemática, ahora que el amigo Umbral está ya perdiendo facultades. ¡Ah! Y si algún día quieres publicar el primer capítulo de esa novelita que seguro que has enviado con algún pseudónimo cursi a varios de concursos literarios, ya sabes que siempre eres bienvenido en chez Arbusto.

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viernes, julio 13, 2007

Jamones para todos

No parece que haya mucha actividad en la blogosfera en los últimos días. Supongo que la peña estará ya de vacaciones, o cargada con un montón de trabajo que hay que dejar listo antes de las citadas vacaciones…En cuanto a mí, ya estoy viviendo el último tramo de mi retiro suizo: en un par de semanas acabaré el proyecto que tenía que hacer por estas tierras y, lo que es más importante, también se me acabará el dinero que tengo para sobrevivir.

El otro día todos los periódicos se lanzaron a denunciar, como si de un Watergate ibérico se tratara, que la promotora Aifos (Marbella, caso “Malaya”, etc.) había estado sobornando durante años a políticos, abogados y demás gente en el negocio del ladrillo. Lo que me llamó verdaderamente la atención es la manera en la que nuestra amada prensa local se “escandaliza” porque una empresa regale noches de hotel y jamones a un grupo de profesionales. No hay nada que me reviente más que la hipocresía y, al menos desde mi punto de vista, todo este escandalito de los jamones no me parece más que eso: puta hipocresía. ¿Acaso no organizan las firmas farmacéuticas unos estupendos “congresos” que no sirven sino para que los médicos se peguen la vida padre durante un fin de semana? ¿Acaso no se regalan viajes a los médicos con la excusa de que van a acudir a la presentación de algún producto que, ¡oh casualidad!, luego acaban recetando aunque sea más caro que otros recomendados por la Administración? ¿No se les da a los médicos todo tipo de regalitos, tantos que luego se los tienen que quitar de encima repartiéndolos entre amigos y familiares?

Regalar un jamón a un juez o a un político es éticamente cuestionable, desde luego, pero tampoco me parece que sea una práctica muy distinta a lo que hacen las compañías farmacéuticas. No es casualidad que muchas de ellas tengan su sede en Suiza, un país que hace de la doble moral un arte.

Siguiendo con la Helvetia, desde hace unos días tengo una nueva compañera llamada Jennifer. La chica es un poco disfuncional en lo social (viniendo de un pueblo de Oklahoma qué se puede esperar) aunque poco a poco la voy convirtiendo en lo que se entiende como una persona normal (“normal” fuera de Estados Unidos, claro). Al primer día de llegar, ya le tuve que impartir la primera de mis lecciones pigmalionanas. A la hora de comer, nos sentamos a la mesa tres personas y la cazurra abrió la botella de agua, se sirvió y volvió a cerrarla, ante lo cual decidí enseñarle en qué consiste una cosa llamada “educación”: cogí (“agarré”, que diría un argentino) la botella, la abrí, serví primero a la tercera persona y después puse agua en mi vaso. Creo que se sintió un poco avergonzada pero al menos aprendió para el día siguiente. Después de comprobar sus progresos, ayer llevé a cabo la segunda etapa de su desarrollo social: la mandé ir sola al supermercado para comprar comida (como se sabe, “cocinar” y “Estados Unidos de América” son términos casi antagónicos). Como la chica es muy de horno, le sugerí comprar una pizza y le di libertad para comprar cualquier otra cosa. La niña tardó cuarenta minutos en hacer la compra y, cuando finalmente apareció, se dedicó a poner las viandas una a una sobre la mesa, llena de orgullo y felicidad. La compra, además de la pizza que yo le había sugerido, constaba de los siguientes alimentos: dos yogures de fresa, una tableta de chocolate y una bolsa de cacahuetes. Cosas de la Jenny.

martes, julio 10, 2007

César Vidal, el divulgador de la teletienda, nos enseña en su nuevo libro el método para llegar a ser tan cultos como él

Llevaba yo un tiempo pensando en escribir un post con algunas recomendaciones de libros para este verano y, hete aquí, no me había dado cuenta de que César Vidal acaba de publicar un nuevo libro (“nuevo libro”, se entiende, hasta que saque otro en cuestión de días o semanas) titulado, de manera muy modesta, El camino hacia la cultura: Lo que hay que leer, ver y escuchar (editorial Planeta). Se trata, como no podía ser de otro modo, de un compendio de refritos que supuestamente convertirán a los lectores en gente culta tan culta y refinada como él. Bueno, nadie puede ser como Él, pero al menos el pueblo llano se le acercará un poco.

Antes de seguir leyendo esta entrada, recomiendo encarecidamente escuchar la entrevista de Cristina López Schlichting al ínclito Vidal. Como el documento sonoro no tiene desperdicio alguno, me permitiré comentarlo a continuación:

Así, para empezar con toque personal al asunto, cuenta Vidal que ya desde sus tiempos de profesor universitario se había dado cuenta de la falta de preparación de los alumnos que llegaban a la universidad procedentes de la ESO. Eso de dárselas de catedrático universitario queda muy bien ante los paletos de la COPE pero, para ser fiel a la verdad, Vidal debería dejar bien claro que hace ya varios años que no imparte clase. De hecho, dudo que haya dado muchas clases más allá del poco tiempo que estuvo en la Universidad de Zaragoza (y estoy tirando de memoria, que igual ni trabajó allí) y en la UNED que, como sus siglas indican, es la Universidad Nacional de Educación a Distancia (así que las clases que dio allí podrían contarse con los dedos de la mano de una tortuga ninja). O quizá, cuando habla de sus “alumnos universitarios”, se esté refiriendo a los alumnos del Máster de Periodismo de El Mundo a los que les daba una clase por semana, normalmente leyendo textos sacados del Encarta. Unos alumnos, por cierto, a los que no les devolvió los exámenes porque, claro, cómo devolver algo que no te has molestado en corregir… O, aún mejor (o peor), igual está hablando de los alumnos de la prestigiosa universidad norteamericana que responde al nombre de Logos, de la cual dice ser catedrático en las solapas de sus libros. Pero, ¿qué cojones es Logos?

- Para empezar, Logos no es una universidad sino un “college”, rango inferior cuyos estudios equivaldrían más o menos a módulos superiores en España pero en ningún caso a carreras.

- En Logos parecen que son más honrados que Vidal porque al menos reconocen que “Logos does not hold Regional Accreditation, nor is Logos approved by the Federal Department of Education”.

- Según la versión española de Logos, “Logos es un instrumento de renovación educativa en las manos del Señor. El propósito de esta revolución educativa es llevar al Cuerpo de Cristo a las normas originales de la Iglesia Nuevo Testamentaria para que esta revele el Reino de Dios en cada uno de los segmentos de nuestra sociedad, de modo que la Gloria de Dios cubra toda la tierra. Logos es parte del modelo del futuro aprendizaje, en el campo de la enseñanza superior, para la preparación ministerial”. Sin comentarios.

Más allá de sus ínfulas del profesor universitario que no es ni nunca volverá a ser, resulta sorprendente la capacidad que tiene Vidal de regalar tantas joyas de la estupidez en una breve conversación. Aquí van cuatro citas de su charla con la Schlichting tomadas casi al azar:

- Mi plan de bachillerato era bueno, pero no fue el mejor. El mejor plan de bachillerato fue el del año cuarenta y tantos. (Vidal: nostálgico).

- Si uno sigue el plan de trabajo del que yo hablo en el libro, al cabo de un año tendrá más cultura que los que entran en la universidad y, al cabo de dos, más que la mayoría de los licenciados. (Vidal: entre la autoayuda y la teletienda).

- Nosotros empezamos con Mesopotamia y Egipto. (¿Mesopotamia? ¿Esa civilización cuyos tesoros fueron esquilmados por el ejército de tu admirado Bush tras la invasión de Irak?)

- [Hice el bachillerato] En una época en la que no se proscribía ningún autor. (Vamos a ver, vamos a ver porque esto ya es serio. Si Vidal nació en 1958, tuvo que hacer bachillerato entre finales de los 60 y principios de los 70. ¿De verdad no se prohibían autores en el tardofranquismo? ¿Se recitaban entonces los poemas de García Lorca, un rojo maricón, en las aulas franquistas?)

Mucho ojo con el frito de refrito de fritanga que es El camino hacia la cultura. Dice Vidal que la primera de las cuatro partes está dedicada a “la literatura indispensable que hay que conocer” (en realidad, esta sección ocupa casi todo el libro) y en ella incluye “microensayos” que no son otra cosa sino reciclaje de algunos de sus más de 100 libros de “rigurosa” divulgación previamente publicados. Como ejemplo de estos ensayos reciclados, menciona Vidal los textos dedicados a estas cinco supuestas obras literarias: el Corán, los Evangelios, la Suma Teológica, El origen de las especies de Darwin y el Manifiesto comunista. Y no digo que no sean textos fundamentales, que lo son, pero de literatura tienen poco o nada y ya podría el señor Vidal tener la decencia de escribir ensayos nuevos sobre algunas de las 10.000 novelas que, seguramente, habrá leído en los últimos años.

Lo más grave del asunto es que ni el propio Vidal es capaz de mantener la farsa más allá de unos pocos minutos. Una vez agotado su arsenal de eslóganes de esos que salen en la televisión a las tres de la madrugada (“El propio libro incluye una guía de trabajo de trabajo flexible”, etc.) Vidal deja asomar su muy peculiar concepto de “selección”, que no es otra cosa sino leer las contraportadas de los libros y algún que otro pasaje con el que darse un barniz de cultureta. Transcribo aquí las palabras de nuestro prohombre:

Cuando uno busca unos poetas, en el cuerpo de libro uno ya se da cuenta de que ya puede seleccionar. De Lorca ya se dice “mire, lea usted este fragmento y esto otro y, el resto, ni se moleste usted en leerlo”. De Joyce se dice “evidentemente el "Ulises" es una novela extraordinaria, pero no se preocupe porque la mayoría de la gente que habla bien de ella no ha leído más allá de la página 20… yo estoy convencido de que es así” […] Entonces, claro, hay una selección.

¿Selección, don César? ¿Así es como trabaja usted?

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jueves, julio 05, 2007

Juras de bandera y otros asuntos sin mayor importancia

Este miércoles, día 4 de julio, cerca de mil personas juraron la Constitución de los Estados Unidos en Disneyworld, concretamente cerca del castillo de la Cenicienta. A mí todas estas eventos grupales se me hacen un tanto ridículos, sobre todo si cae un chaparrón de cojones y encima tienes a Gloria Estefan amenizando la ceremonia cantando (es un decir) The Star-Spangled Banner.

En España no tenemos esas macrojuras de bandera (entre otras cosas porque la bandera española es sinónimo de fascismo, según el pensamiento – débil, muy débil – vigente) aunque sí que superamos a los EE.UU. en organización de otros macroeventos: desde despelote gay general hasta macrobotellones simultáneos en decenas de ciudades, está claro que mancos no somos precisamente. Los que sí están un poco dificultados, más en lo psíquico que en lo físico, son la curiosa pareja ZP & Rajoy, quienes se empeñan en demostrarme día tras día por qué es saludable no votar en las próximas elecciones. No seguí el reciente Debate sobre el Estado de la Nación pero tampoco creo haberme perdido nada: Rajoy centrado en lo suyo, es decir, en poner a ETA sobre la mesa; y ZP esquivando los golpes con mayor o menor destreza mientras contraataca con propuestas como la de los 2.500 euros por hijo. Una idea ésta última de claro tufo electoralista pero que en principio me parece muy bien, así que bienvenidos sean electoralismos si al menos sirven para algo.

Mi peculiar casero, del que ya ha hablado Copycat en otro lugar, sigue dándonos quebraderos de cabeza. Ayer vino con una cámara de vídeo y un montón de cintas preguntándole a ella si podía descargar las imágenes en su ordenador, porque en el suyo no tenía nosequé entrada para nosequé cable. Afortunadamente, Coypcat se salvó porque su ordenador tampoco tenía esa entrada, porque eso de que descarguen unos “vídeos de las vacaciones”, habiendo sido éstas en Tailandia, pues como que sugiere una palabra que empieza por “pede” y acaba por “rasta”. Igual es un tipo honrado, quién sabe, pero en el mundo arbustiano ya se sabe que todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario.

Hasta más ver.

Posdata arbustiana: Robinho es mierda.

domingo, julio 01, 2007

La vuelta de Nacha Pop

Quitando El Padrino 2 y alguna que otra excepción puntual, las segundas partes nunca fueron buenas. Nacha Pop vuelve a los escenarios para una gira de verano de 18 conciertos. “Tienen todo el derecho a juntarse, separarse y hacer los conciertos que les den la puta gana”, dirán muchos lectores (muchos de los pocos que tengo, entiéndase), y desde luego razón no les faltará. Pero, como ya he dicho en alguna ocasión, no escribo en este blog para dar salvar a la humanidad con pensamientos políticamente correctos y, como también he dicho en varias ocasiones, como nadie me paga puedo permitirme el lujo de decir lo que me dé la real gana.

Lo de la vuelta de Nacha Pop me desasosiega no por el hecho en sí de que Antonio Vega y Nacho García Vega estén de conciertos, sino por todo lo que hay detrás de esta gira. ¿Y qué es eso “que hay detrás”, me preguntaréis? No hay que ser Nostradamus (que, en cualquier caso, fallaba más que una escopeta de feria) para saber que el dinero es la única causa de que los Vega se junten de nuevo. Una causa más que legítima, desde luego, pero que me causa tristeza habida cuenta de los repetidos intentos de esta gente por mantener una cierta integridad artística después de la disolución del grupo en 1988. Todos sabemos los tópicos: “es el final de un proyecto”, “es hora de iniciar nuevos caminos por separado” y todo eso que se dice en estas ocasiones. Después de la separación, los Vega iniciaron carreras por separado con fortuna desigual: de Nacho García Vega recuerdo que apareció con Rico y luego desapareció sin mayor ruido; Antonio ha sufrido en silencio una adicción a la heroína que le ha impedido no ya desarrollar una carrera profesional sino una vida normal como persona. En cualquier caso, y más allá de éxitos/fracasos personales, los componentes de Nacha Pop trataron siempre de mantener la memoria del grupo mediante decisiones tan bienintencionadas como dramáticamente estúpidas: vetaron, por ejemplo, el uso de la canción “La chica de ayer” en una campaña de rebajas de El corte inglés (supongo que el veto vino de Antonio Vega, que fue el que la escribió). Es decir, que Antonio perdió pasta a cambio de mantener una supuesta imagen que luego fue convenientemente desfigurada poco tiempo después, con la versión de marras que se marcó el amigo Enrique Iglesias (esta vez no pudo resistirse, o quizá necesitaba dinero urgente para paliar sus problemas con la droga).

Si el dinero es lo que mueve el mundo, empecemos (yo el primero) por reconocerlo. Será mejor que ir de íntegros artistas que finalizan un proyecto en 1988 y ahora se pasan el verano de bolo en bolo, ofreciendo conciertos ante cuarentones que no hacen ni puto caso al repertorio porque sólo van a ver a Nacha Pop para escuchar la siempre inmortal (“¡Oh, me siento joven de nuevo!”) La chica de ayer.

Hay algo más triste que ser una pieza de museo: ser una pieza de museo ambulante.

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