Me piro
Las minivacaciones arbustianas llegan a su fin. En un par de días estaré de vuelta a mi cueva en Kabul, tras dos semanitas de descanso por las Españas. Poco o nada nuevo he visto por aquí, aparte de algunos hechos que me hacen recordar las palabras de Groucho Marx: “partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria”. Por ejemplo: hace unas semanas hablaba de ese invento tan español como es la patada hacia arriba, y ayer me encontré con que esta práctica tan extendida en la empresa privada también prolifera entre mi admirada clase política (véase esa secretaría de Estado que se han inventado para la Trini, con tal de quitársela de enmedio y de que no haga el ridículo en las próximas elecciones a la alcaldía de Madrid). Pero, como no conviene cebarse con los inferiores, no ahondaré en este tema.
He de reconocer que hay cosas que, a estas alturas, todavía me siguen sorprendiendo de la picaresca española. Por ejemplo, la semana pasada me enteré del nuevo método para vender entradas de conciertos por internet: como la reventa está perseguida, ahora el truco consiste en poner en los foros anuncios del estilo “Se vende bolígrafo + 2 entradas para los Rolling Stones de regalo”. Magistral. Otras veces, las formas de evadir la legalidad no son tan refinadas, como cuando un clan de 200 gitanos se fueron esta semana sin pagar la factura del restaurante. Por supuesto, la culpa de todo esto la tendrá la opresiva sociedad que los obliga a actuar así, y hasta habrá alguna ONG que les dará cobertura jurídica en caso de que alguien los lleve a juicio (cosa que dudo, porque nadie se ha atrevido a poner denuncia). No son los pobres gitanitos los únicos que se aprovechan del rollo discriminatorio. El momento inmigrante que se te cuela en la consulta del médico y que te acusa de racista si le dices algo es poco menos que el pan nuestro de cada día (Copycat se sabe muchas historias de ésta, porque su tía trabaja en una consulta). Me contaba mi hermano menor el otro día que, después de comerse una hora de cola para pillar un taxi, llegó un marroquí por delante de él e intentó meterse en el coche. El taxista, supongo que un “fascista”, le dijo que tenía que ponerse a la cola, a lo que el espabilado contestó en voz bien alta: “No me llevas en el taxi porque eres un racista”. En el resto de los países se obliga a los que llegan a ajustarse a las normas más básicas de convivencia (yo mismo he cambiado ciertos hábitos de comportamiento en mi exilio), pero ya se sabe que España siempre fue elchochodelabernarda y no va a dejar de serlo ahora. Pues nada: que siga la fiesta. Nos vemos en Navidad, supongo.
He de reconocer que hay cosas que, a estas alturas, todavía me siguen sorprendiendo de la picaresca española. Por ejemplo, la semana pasada me enteré del nuevo método para vender entradas de conciertos por internet: como la reventa está perseguida, ahora el truco consiste en poner en los foros anuncios del estilo “Se vende bolígrafo + 2 entradas para los Rolling Stones de regalo”. Magistral. Otras veces, las formas de evadir la legalidad no son tan refinadas, como cuando un clan de 200 gitanos se fueron esta semana sin pagar la factura del restaurante. Por supuesto, la culpa de todo esto la tendrá la opresiva sociedad que los obliga a actuar así, y hasta habrá alguna ONG que les dará cobertura jurídica en caso de que alguien los lleve a juicio (cosa que dudo, porque nadie se ha atrevido a poner denuncia). No son los pobres gitanitos los únicos que se aprovechan del rollo discriminatorio. El momento inmigrante que se te cuela en la consulta del médico y que te acusa de racista si le dices algo es poco menos que el pan nuestro de cada día (Copycat se sabe muchas historias de ésta, porque su tía trabaja en una consulta). Me contaba mi hermano menor el otro día que, después de comerse una hora de cola para pillar un taxi, llegó un marroquí por delante de él e intentó meterse en el coche. El taxista, supongo que un “fascista”, le dijo que tenía que ponerse a la cola, a lo que el espabilado contestó en voz bien alta: “No me llevas en el taxi porque eres un racista”. En el resto de los países se obliga a los que llegan a ajustarse a las normas más básicas de convivencia (yo mismo he cambiado ciertos hábitos de comportamiento en mi exilio), pero ya se sabe que España siempre fue elchochodelabernarda y no va a dejar de serlo ahora. Pues nada: que siga la fiesta. Nos vemos en Navidad, supongo.
Etiquetas: Groucho Marx, Trinidad Jiménez
5 Comments:
Caben gipsy-packs de 200 en un Vips? Cuestiono las cifras.
No sé, la única forma que se me ocurre es que hubieran reservado la planta completa, o algo así... Es el VIPS de Ribera de Curtidores, 43, pero no tengo ni idea de cómo de grande es.
Registremos el récord Guinnes de "Simpa" ya.
En efecto, conozco muchas historias de consulta gracias a mi tía. En breve contaré algunas en mi blog.
Yo también dudo que hubiera 200 en el Vips, pero no me extrañaría que el jaleo montado por unos 50 les pareciera a los empleados y a la policía como cuatro veces más.
Una pregunta siguiendo la teoría de que hubieran reservado la planta completa... ¿Estaban celebrando un gipsy-bautizo o una gipsy-comunión?
El VIPS de Ribera de Curtidores es un templo gitano. Los domingos, después de sus misas (muchas de ellas en la Colegiata de San Isidro, al lado del instituto homónimo donde estudió servidora), se van todos a merendar allí, vestidos con sus mejores galas. Dwalks y Kurt han hablado en sus blogs de este fenómeno, pero no me apetece buscar el link. Yo, sin ser gitana, he comido y cenado varias veces en ese VIPS porque es el que está menos lejos de mi casa, y los he visto con estos ojitos. También he visto cenar allí a Luis Tosar, por ejemplo.
Por eso me sorprende que se vayan 200 sin pagar. En otro sitio lo vería normal, pero es que allí van todas las semanas. Aunque, claro, cuando vuelvan nadie les va a reprochar nada, para eso son gitanos, joder.
Sue: Espectacular investigación sociológica la tuya: ¡te mereces un premio Pullitzer!
Si dices que son clientes fijos, es posible que paguen lo atrasado la semana siguiente. O, como dices, lo más seguro es que los del Vips hagan la vista gorda para no tener mayores problemas.
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