La República
Desde que lo leí hace ya algunos años, he considerado que el discurso de Saint-Just contra Luis XVI (1793) constituye una de los textos más emocionantes de la historia (literatura, diría yo) universal. Si se hiciera leer este texto a los niños en el colegio, otro gallo (nótese la metáfora afrancesada) nos cantaría. Saint-Just pronunció su discurso con 26 años, y con 27 años fue ajusticiado. En una sociedad anestesiada como la nuestra, puede sorprender que alguien con 26 años pudiera cambiar para siempre la historia de la humanidad. Pero eso ya es problema nuestro, no el de alguien que dijo:
“Pronto las naciones ilustradas procesarán a quienes las han gobernado hasta ahora. Los reyes serán enviados al desierto a hacer compañía a las bestias feroces a las que se parecen, y la naturaleza recobrará sus derechos”.
Para Saint-Just, era necesario ajusticiar al rey porque éste no podía ser procesado a través del derecho de gentes: alguien que se ha situado en un plano distinto a los ciudadanos, quien obtiene su poder por derecho divino, no puede ser luego juzgado como se juzgaría a otra persona. La ley obtiene su legitimidad porque puede ser aplicada a TODOS, y perderá automáticamente su justificación en el momento en el que alguien se sitúe fuera de ella.
Como es obvio, esto es lo que sucede en España con nuestra monarquía, ya que tenemos unos códigos legales que se aplican a todos nosotros menos a un selecto grupo de personas que gozan de legitimidad divina. Un ejemplo de las consecuencias de este esperpéntico panorama jurídico fue la aprobación del tratado del Tribunal Penal Internacional: después de ello, nadie puede cometer crímenes contra la humanidad en España, excepto el Rey, que es inmune. No se trata de que Juan Carlos los vaya a hacer o no, sino que es algo mucho más serio: la legitimidad moral de la ley se esfuma incluso antes de empezar a funcionar.
Dicho esto (y que conste que no era mi intención, habida cuenta de lo apretado de la agenda arbustiana en estos días) aprovecho para publicar una nueva entrega de mi relación electrónico-epistolar con Hackenbush:
Por qué soy y no soy republicano:
Bueno, me gustaría que hubiera una república española. Al menos me gustaría que antes de la sucesión de Juan Carlos a Felipe se hiciera un referendo sobre qué opina la población. Si gana la monarquía, mejor para ellos.
¿Soy un "republicano"? Bueno, a mi abuelo no lo mataron en la guerra, no me gusta Ismael Serrano y la bandera tricolor me da asco. Alguien opinó en el blog de Quic: "Paso de la tercera república como de la mierda". Amén: yo no quiero resucitar la segunda república; supongo que tendrá cosas buenas, pero me da igual que la república venidera fuera la tercera o la cuarta. Si lo que quieren es ganar la guerra ahora, pues llevan 70 años de retraso. Y si lo que quieren es ganar la guerra ahora, es que ahora quieren hacer la guerra.
Lo de la bandera tricolor es una cuestión puramente estética: el rojo-amarillo-morado me parece repugnante, haríamos el ridículo en cada competición deportiva internacional. Como me parece una cuestión meramente higiénica el hacer el susodicho referendo.
Alguien también ha dicho: "Sería más cara una república, con su presidente de la república y todos sus asesores...". Sinceramente: ese argumento me parece moneda usada. Siempre que lo he escuchado termina con la coletilla: "... y todos sus asesores...". Además: la cuestión no es económica, sino moral. Hay dinero suficiente en el Estado para permitirse una república, eso está claro. Lo importante es que no haya ningún irresponsable ante la ley. Le aseguro a cualquiera que no va a volverse pobre porque haya una república española. Y a todos les jode pagarle las camisas al farlopero...
Y bueno, una república española con bandera roja, gualda y roja. ¿Alguno lo habíais pensado? ¿Alguien sabe de una plataforma pro-república que no esté llena de "republicanos" (no me vale una encabezada por Jiménez Losantos)?
En el fondo estoy de acuerdo con la monarquía; el único problema es que yo no soy el rey.
Fdo: Hackenbush
4 Comments:
Mi muy querido WBush,
Convendrá decirle a tu amigo Hackenbush que, cuando me cite (que lo hace abundantemente), me mencione. Lo digo por rigor intelectual, no por copyright.
Lo de la inmunidad e indemnidad del gobernante, por cierto, no es exclusivo de las monarquías.
Y puestos a puntualizar, debo decir que el argumento relativo a la pérdida de validez del Derecho en razón de la existencia de excepciones a la universalidad del mismo no se sostiene demasiado, por razones que os aburriría leer. Creedlo.
Supongo que Hackenbush habrá tomado nota de su comentario, Herr Hans. En cualquier caso, quiero creer que no se trata de nada grave.
Respecto a la relación entre universalidad y Derecho, no seré yo quien discuta con usted sobre temas que desconozco, pero desde mi ignorancia no puedo dejar de simpatizar con las tesis de Saint-Just. Con mi parrafada introductoria he querido mantener el tema en un plano abstracto porque no es plan de entrar en el eterno debate sobre nuestra monarquía.
(y ya que habla usted de citar fuentes, he de decir que el montaje es obra de Hackenbush)
Pues el montaje es mítico, me he reído bastante.
Sue: no tienes derecho a hablar en este blog, como castigo por tus cenas con blogueros a espaldas mías y de Copycat. Conspiradora...
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