Un visitante en la casa de Arbusto
En menos de un mes estaré recibiendo la primera (y quizá única) de las visitas programadas para el curso 2006-07. El amigo Franchise, que de vez en cuando entra a este blog, se comerá unas cuantas horas de avión con tal de disfrutar de las bondades del hogar arbustiano. Un tipo curioso este Franchise: en el post anterior, se permitió el lujo de llamarme poco menos que pervertido por haber incluido una foto de “pepinos Bidal”. Vamos, que el tío se cachondea de mí y luego encima espera mi hospitalidad. Como le he dejado bien claro por e-mail, si quiere que se le trate bien ya puede ir haciéndome la pelota en lugar de desacreditarme en público. Pensaba pedirle que me trajera algo de jamón serrano (él es de tierras donde abundan cerdos belloteros) pero, visto lo visto, tampoco es plan de que tenga lío en el aeropuerto. Así que tienes un problema añadido, jodido Franchise: ya no puedes sobornarme con embutidos.
Lo cachondo del tema es que nunca he visto en persona a este individuo. Mi relación epistolar-telefónica con él es bastante fluida, por motivos personales y profesionales, y todo gracias (“o por culpa de”, según se mire) de las gestiones de Mr. Quic.
En cualquier caso, no creo que pase nada malo. Además, en caso de que la cosa no vaya bien, tampoco será el peor huésped de la historia. Ayer me acordé de Gianmario, un chaval italiano del que me hice amigo en un viaje del instituto, y que vino a verme mientras estudiaba la carrera en Madrid. El paleto rompió la primera norma que hay que seguir cuando vas al extranjero: no hacer el gilipollas. Resulta que el lumbreras no tomaba gota de alcohol en Italia, pero al llegar a España no tuve mejor idea que cambiar de hábitos porque le hacía mucha “ilusión” beber calimocho. Resultado de la primera noche de marcha: vómito rotundo en menos de tres horas.
Al día siguiente teníamos previsto ir al Prado. El bueno de Gianmario tenía tal resaca que apenas acertó a deambular entre cuadros de Velázquez y, a los veinte minutos, me pidió que lo sacara de allí. En aquel momento, comencé a irritarme.
Llegó el viernes por la noche y el chaval, a pesar de estar bien advertido, se puso a pimplar. Lo peor fue cuando entramos a un garito muy de moda, algo así como la combinación perfecta entre música de calidad y tías bien buenas (ahora ya no es lo mismo, aquello no podía durar para siempre). y a los diez minutos el colega ya quería volver a casa por aquello de la cogorza. “Pues la llevas clara, porque esta noche no me la jodes ni tú ni toda tu familia junta, cachocabrón”, musité ignorante de lo que se avenía. Poco después, pude asistir a una tenebrosa secuencia compuesta por los tres siguientes actos: ganas irrefrenables de vomitar, imposibilidad material de alcanzar el baño y solución (provisional y a todas luces errónea) consistente en verter la mercancía en una esquina del local. Con el agravante de que Gianmario estaba a cuatro patas y de que los abrigos de varias personas habían sido apilados cerca del lugar en cuestión. Después de aquella exhibición de la universalmente conocida elegancia italiana, entre varios colegas sacamos a Gianmario de allí y juro que, ya en la calle, me dieron ganas de hostiarlo unas cuantas veces. Finalmente, la cosa no llegó a más, y Gianmario pudo dormir la mona tranquilamente (él en mi cama, y yo en un puto sillón). Al día siguiente, el italiano potón (como lo bautizó Scotch Brite) cogió el avión de vuelta a su corral. No lo he visto a ver desde entonces.
Lo cachondo del tema es que nunca he visto en persona a este individuo. Mi relación epistolar-telefónica con él es bastante fluida, por motivos personales y profesionales, y todo gracias (“o por culpa de”, según se mire) de las gestiones de Mr. Quic.
En cualquier caso, no creo que pase nada malo. Además, en caso de que la cosa no vaya bien, tampoco será el peor huésped de la historia. Ayer me acordé de Gianmario, un chaval italiano del que me hice amigo en un viaje del instituto, y que vino a verme mientras estudiaba la carrera en Madrid. El paleto rompió la primera norma que hay que seguir cuando vas al extranjero: no hacer el gilipollas. Resulta que el lumbreras no tomaba gota de alcohol en Italia, pero al llegar a España no tuve mejor idea que cambiar de hábitos porque le hacía mucha “ilusión” beber calimocho. Resultado de la primera noche de marcha: vómito rotundo en menos de tres horas.
Al día siguiente teníamos previsto ir al Prado. El bueno de Gianmario tenía tal resaca que apenas acertó a deambular entre cuadros de Velázquez y, a los veinte minutos, me pidió que lo sacara de allí. En aquel momento, comencé a irritarme.
Llegó el viernes por la noche y el chaval, a pesar de estar bien advertido, se puso a pimplar. Lo peor fue cuando entramos a un garito muy de moda, algo así como la combinación perfecta entre música de calidad y tías bien buenas (ahora ya no es lo mismo, aquello no podía durar para siempre). y a los diez minutos el colega ya quería volver a casa por aquello de la cogorza. “Pues la llevas clara, porque esta noche no me la jodes ni tú ni toda tu familia junta, cachocabrón”, musité ignorante de lo que se avenía. Poco después, pude asistir a una tenebrosa secuencia compuesta por los tres siguientes actos: ganas irrefrenables de vomitar, imposibilidad material de alcanzar el baño y solución (provisional y a todas luces errónea) consistente en verter la mercancía en una esquina del local. Con el agravante de que Gianmario estaba a cuatro patas y de que los abrigos de varias personas habían sido apilados cerca del lugar en cuestión. Después de aquella exhibición de la universalmente conocida elegancia italiana, entre varios colegas sacamos a Gianmario de allí y juro que, ya en la calle, me dieron ganas de hostiarlo unas cuantas veces. Finalmente, la cosa no llegó a más, y Gianmario pudo dormir la mona tranquilamente (él en mi cama, y yo en un puto sillón). Al día siguiente, el italiano potón (como lo bautizó Scotch Brite) cogió el avión de vuelta a su corral. No lo he visto a ver desde entonces.
Moraleja: Franchise, eres bienvenido.
11 Comments:
Pobre Gianmario. Qué lágrimas se le caían al despedirse de D. y de mi, los únicos que le habíamos hecho un poco de caso pese a ser un borracho. Cada vez que juego a la escoba me acuerdo de él.
NOsotros sí le volvimos a ver, me refiero a G., Scotchbrite y no sé si Quic. Fue durante tu primera estancia en Kabul, creo (bonita sorpresa nos enviaste). Y te alegrará saber también que tus amigos quisieron vengarte tirando los trastos descaradamente a su novia en su cara.
Curiosa costumbre que tienen los de fuera cuando entran dentro, cierto! Estoy convencido que el 95% de los individuos no españoles que solían (o suelen) acudir a Palacio de Gaviria los jueves por la noche, no prueban ni na gota de alcohol en sus tierras. Ahora, el desmadre aqui es épico!
Yo msmamente... cuando aún vivía en Suiza no sabía lo que era "alcohol", "tabaco", "mujeres", "drogas". Bien poco tardé en olvidar los buenos principios de un buen hispano-suizo.
Qué pena cojones...
Quic lo vio a él, pero no a la famosa novia, que por lo visto tenía maneras, así en general.
Añádase a lo dicho por Arb que el garito en cuestión era el extinto Maravillas (desconozco por qué no lo cita Arb, pero que se joda si tiene algún motivo oculto), que era famoso porque el calvo que hacía de portero hostiaba con fruición al que se descantillase un poquito. El Gianmario se merecía una buena paliza, pero tuvo suerte, el muy tontolhaba.
Franchise y tú sois tal para cual: él es una versión bellotera de lo arbustiano. No habrá problema, aunque nadie es mejor huésped que yo.
Realmente no puedo salir de mi asombro y de mi euforia: ser protagonista casi principal --aunque el jodido italiano ése me ha quitado protagonismo-- de un post en mi blog favorito, en la criatura cibernético literaria de ese iconoclasta rompedor y refulgente que atiende al nombre de Arbusto el Guerrero I de España y V de Spaghetti Western-land.
Estoy tan agradecido y tan acomplejado ante tamaña responsabilidad que todo esto añade interés y emoción a mi inminente desplazamiento a la sede del exilio de este buen señor cuyo sofá mancillaré con mi humilde presencia.
Ciertamente es como uno de esos programas tipo "El diario de Patricia", en los que teeangers (y menos teenagers) que se han conocido (y amado) a través del chat se encuentran carnalmente (era sólo una metáfora). WarriorBush y yo nos veremos las caras por primera vez en el aeropuerto (miento: no se dignará en venir a recogerme), aunque ya hemos intercambiado fotos, como dos tortolitos informáticos.
Ays... Corazón, no latas tan rápido.
Lo demás ya se verá, pero mi primer sentimiento ya está expresado a los cuatro vientos. Como bien dice Quic (prácticamente nuestro particular Cupido), Arbusto y yo somos tal para cual en muchos gustos y formas de ver la vida, aunque su preparación, inteligencia y bondad son muy superiores a las mías.
Ahora sólo falta conseguir las respectivas nulidades...
Franchise: tu comentario acredita un grado de peloteo más que suficiente. Veo que le vas cogiendo el tono a la cosa.
Quic: sí, es cierto que la novia de Gianmario vivió en Madrid gracias a la beca Erasmus, aunque yo no estaba en la ciudad para recibirla. Al menos un par de amigos nuestros mostraron interés por entablar afectuosas relaciones con la chica, sobre todo uno que en estado ebrio le pidió el teléfono y luego lo memorizó en el móvil con este nombre: "italiana caerá".
Jose: es que usted es un torbellino de excesos, aunque no lo parezca. Luego llega usted a Valencia y se suelta el pelo...
Sue: claro que recuerdo cuando Gianmario invito a D. y a ti a ir a su casa. Habría que pensar seriamente en devolverle la visita, comportándonos igual que él pero en versión corregida y aumentada.
Ya veo el nuevo éxito del cine mundial: "Kabul, tierra sin pan". Si eso no es fusión, que baje Ibarra y lo vea.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Varios comentarios:
1) El primero a Joe (sic)/NyJ (btw, tu/vuestro nick me desconcierta mucho, de tan bifronte): qué suerte la tuya haber podido huir de la parte nefasta del schweitzergeist :-D
2) Scotchbrite... ¿ERA o ESTABA, la italiana? Es decir, ¿era la Novia del ItalianoPotón -glorioso nombre, a fé- una de esas italianas que nos han dicho que existen pero que jamás hemos visto en la realidad? (salvo tal vez en Milán)
3) Por lo que respecta a PukerSpaghetti: este chico era evidentemente imbécil. Puestos a tirarse al vicio líquido en España, uno debe hacerlo conforme Dios manda, y no con Calimocho, bebida aberrante donde las haya. No sé yo a quién se le ocurrió desvirtuar la cocacola -que sola o con acompañamientos dignos está muy rica- al mezclarla con un producto letal que ofende al vino si se le da tal nombre
4) Dicho lo anterior: Franchise, cierto es que vas acreditando un grado de peloteo correcto face a WarriorBush, pero observo que no te has apercibido de algo bastante importante: el Sofá del Hogar en que supuestamente ibas (obsérvese el pretérito) a dormir pertenece al ya referido 'Buen Señor' a quien te refieres, pero MUCHO MÁS, en todo caso, a la Señora Presidenta del Consejo de Administración de dicho hogar, no sé si me explico con claridad, así que mira a ver cómo arreglas el patinazo.
5) Quic, yo sigo investigando.
Para Quic: intentaré llevar el espíritu de Puerto Hurraco a aquellas tierras, aunque, mecachis, el tipo de la escuela Amish ya se me ha adelantado.
Para Hans (al que aprovecho para felicitar por su densamente barroco blog): Intentaré camelarme a la santa de Arbusto del mismo modo que lo he hecho con él: con mi gracejo e inteligencia natural adquirida en un colegio de franciscanos y en bares de escaso pedigrí, por este orden. Por si ella está leyendo esto, he de decir que intuyo que ha logrado revertir con contundencia aquel dicho de que "detrás de cada gran hombre hay una gran mujer".
Para Arbusto: ¿Lo estoy haciendo bien, mi señor?
Estimado Franchise:
Yo de usted iría urdiendo un plan para hacernos llegar un buen surtido de ibéricos. Ensaye ante el espejo su mejor cara de "no, nada que declarar".
Le recibiremos como se merece, se lo aseguro.
:)
Diría yo que la caña de lomo de guijuelo, bien metida en un rollo portamapas ad hoc y con mucho plástico alrededor, es de fácil ocultación a las fuerzas del mal...
Publicar un comentario
<< Home