Un capítulo interesante
Leo que ha muerto Cándido y a mí la noticia me deja un poco indiferente, por no decir otra cosa. La cara de este señor me suena de haberlo visto en las típicas tertulias mañaneras en las que los periodistas (o aspirantes a serlo) cobran 1.000 euros por comentar obviedades durante una hora. Como apenas he leído algún artículo suyo, no puedo emitir una opinión fundamentada sobre su trayectoria profesional.
En la nota biográfica que la Agencia Efe ha distribuido a los medios de comunicación no aparece un interesante capítulo de la literatura española del siglo XX. Me extraña enormemente que se pueda silenciar lo sucedido, aunque creo que más que censura se trata del enésimo caso de ineptitud por parte de algún funcionario-periodista de la agencia de noticias estatal. Estoy hablando de la polémica en torno al Premio Literario Pío Baroja, cuya primera (y última) edición tuvo lugar en San Sebastián en el año 1961. Entre los seis finalistas estaban las novelas Tiempo frustrado, de un socialista que respondía al nombre de Luis Sepúlveda. Luego se supo que detrás de ese alias se escondía un psiquiatra llamado Luis Martín Santos, que acabaría publicando la novela (mutilada por las autoridades franquistas) un año después con el título de Tiempo de silencio. Se creía que esta novela iba a ganar el Pío Baroja pero un par de miembros del jurado, ante el rumor de que contenía “propaganda obrera”, decidieron tongar el premio y dejar fuera a Martín Santos. El galardón fue a parar a manos de un tal Adriano Marco, autor de Gusanos de luz. Y detrás del firmante de la novela cuyo subtítulo podría haber sido Gusy luz: se ilumina si le aprietas la barriguita aparecía un periodista de Madrid llamado Carlos Luis Álvarez, que años después adoptó el pseudónimo de Cándido.
En la nota biográfica que la Agencia Efe ha distribuido a los medios de comunicación no aparece un interesante capítulo de la literatura española del siglo XX. Me extraña enormemente que se pueda silenciar lo sucedido, aunque creo que más que censura se trata del enésimo caso de ineptitud por parte de algún funcionario-periodista de la agencia de noticias estatal. Estoy hablando de la polémica en torno al Premio Literario Pío Baroja, cuya primera (y última) edición tuvo lugar en San Sebastián en el año 1961. Entre los seis finalistas estaban las novelas Tiempo frustrado, de un socialista que respondía al nombre de Luis Sepúlveda. Luego se supo que detrás de ese alias se escondía un psiquiatra llamado Luis Martín Santos, que acabaría publicando la novela (mutilada por las autoridades franquistas) un año después con el título de Tiempo de silencio. Se creía que esta novela iba a ganar el Pío Baroja pero un par de miembros del jurado, ante el rumor de que contenía “propaganda obrera”, decidieron tongar el premio y dejar fuera a Martín Santos. El galardón fue a parar a manos de un tal Adriano Marco, autor de Gusanos de luz. Y detrás del firmante de la novela cuyo subtítulo podría haber sido Gusy luz: se ilumina si le aprietas la barriguita aparecía un periodista de Madrid llamado Carlos Luis Álvarez, que años después adoptó el pseudónimo de Cándido.
Como he dicho, nada se cuenta del escándalo del premio literario en la necrológica sobre Cándido. Quien esté interesado en el asunto, puede ver el epígrafe El Premio Pío Baroja de novela en este link.
3 Comments:
Es curioso... desde tu primer comment a una entrada en mi blog tenemos pendiente una conversación acerca de LMS y Tiempo de Silencio/Tiempo de destrucción. Me he acordado cuando he leido lo de la muerte de Cándido, claro.
Creo de todos modos que lo más importante del decedido es haber dirigido La Codorniz. Y es que La Codorniz es, puestos a ponerme maximalista (hoy lo estoy), probablemente casi la única cosa respetable a mis ojos que la prensa patria ha proporcionado entre 1939 y 2006. Y no esos periódicos Paladines de la Democracia o esos otros, Defensores de la Libertad individual.
Habría mucho que contar sobre aquellos periodistas y escritores que se cambiaron de chaqueta (o, mejor, de camisa azul) después de 1975. Ahora resulta que muchos de ellos defendían la democracia entre líneas, como cuando Cebrián dirigía los informativos de la televisión franquista. Creo que no vale la pena extenderse sobre el asunto.
En cuanto a “Tiempo de silencio”, siempre me prestaré a una charla sobre el libro. Vino un psiquiatra existencialista de San Sebastián y puso aquella bomba en forma de hojas impresas. Creo que Hackenbush también podría contar algo sobre el asunto.
"En España, el chaqueteo es Arte", se me ocurre como eslogan, tipo "Spain is Different". Esto es así, que dirían los Haters.
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