... y la universidad pública
En cuanto a la universidad pública, todos sus vicios están representados por la Universidad Complutense. Cada vez que leo uno de esos informes de palo, tan adulterados por el ministerio de Educación, en los que se define a la UCM como el mejor centro educativo de España pues, que queréis que os diga…me dan ganas de reír.
La Complutense es un monstruo inasible, una satánica empresa que escapa a cualquier racionalización a través del pensamiento lógico-abstracto (ni siquiera el mío, tan poderoso y disciplinado, puede captar su esencia). Así que, más que rajar sobre ese oscuro lugar, citaré algunos ejemplos que servirán al lector para subir las escaleras desde el primer piso (lo particular) hasta el ático (lo general). Parafraseando a Urdaci, he aquí algunas de las asignaturas que me tocó vivir:
- “Información cultural”.El último año de la carrera yo me había cascado una estancia trasatlántica de cuatro meses, y me había reincorporado a las clases en enero. Así que tuve que pelotear a tope para aprobar todo en febrero (soy un maestro en dar barniz a los profesores, así que tampoco suponía ningún problema). En una de las asignaturas había que preparar el número cero de una revista cultural y luego explicar al profesor la parte que cada uno había escrito.
La Complutense es un monstruo inasible, una satánica empresa que escapa a cualquier racionalización a través del pensamiento lógico-abstracto (ni siquiera el mío, tan poderoso y disciplinado, puede captar su esencia). Así que, más que rajar sobre ese oscuro lugar, citaré algunos ejemplos que servirán al lector para subir las escaleras desde el primer piso (lo particular) hasta el ático (lo general). Parafraseando a Urdaci, he aquí algunas de las asignaturas que me tocó vivir:
- “Información cultural”.El último año de la carrera yo me había cascado una estancia trasatlántica de cuatro meses, y me había reincorporado a las clases en enero. Así que tuve que pelotear a tope para aprobar todo en febrero (soy un maestro en dar barniz a los profesores, así que tampoco suponía ningún problema). En una de las asignaturas había que preparar el número cero de una revista cultural y luego explicar al profesor la parte que cada uno había escrito.
Como no estaba en España, no escribí nada para la revista, pero mis colegas accedieron a decirle al profesor que yo había maquetado parte de los contenidos. Cuando llegó el momento de entregar el ejemplar, dije en voz alta ante el profesor: “esa es la parte que he hecho yo”. Pero a la siempre espabilada Sue (¡toma venganza tardía!) no se le ocurrió otra cosa que decir: “no, eso no lo has hecho tú”, olvidando toda la engañifa que habíamos montado cuidadosamente. Quic, bastante más avispado, intentaba actuar de cómplice, aunque no podía evitar una cara de pasmo total cada vez que yo volvía a decir “esa es mi parte” y Sue replicaba “no, ésa es la mía” o “no, ésa es la de Cler, etc.”. Al final, una ración extra de peloteo y la incompetencia congénita del profesor (de quien se rumoreaba que un negro le había escrito la tesis doctoral) me permitieron terminar la carrera. Pero no olvidaré la cara de Quic a la salida de la clase, ni sus palabras: “¡Qué fuerte, Sue, qué fuerte lo que le has hecho!”
- “Información deportiva”. Un profesor septuagenario se dedicaba a leer sus apuntes en clase, a la que ni Quic, ni Ed, ni Gonz, ni Arbusto asistieron jamás. Gracias a un topo, y tirando de muchos hilos, nos entregaron el libro fotocopiado en un botellón organizado el viernes anterior al examen (para que luego digan que los jóvenes no tenemos inquietudes culturales). Un par de horas antes del examen, quedamos en un café para explicarnos mutuamente lo que sabíamos del libro (que era más bien poco). Aquello no era sino un compendio de fechas intrascendentes (por ejemplo, "¿cuándo se celebraron los Juegos Mediterráneos de Alejandría?") y clasificaciones absurdas ("los deportes son: de bola, de palo, de nosequé…"), todo ello aderezado con aseveraciones franquistas del tipo “el Frente de Juventudes promovió intensamente el deporte desde la posguerra”, con una mítica foto de un cura en un frontón español. También había ataques a Carrillo y a los dirigentes comunistas, unos navajazos del profesor que me hicieron mucha gracia aunque, si uno lo piensa ahora con distancia, tampoco estaban faltos de razón.
Aparecimos en el examen, que era a las cinco de la tarde, y allí había mucho estudiantillo pero ningún profesor. La gente se quejó a secretaría y al final apareció el hombre a las seis y media, argumentando que se había confundido de día (yo creo que se había quedado sobado en el sofá de su caso). Los alumnos más jóvenes promovieron un conato al estilo cárcel brasileña (gritos de “¡Aprobado ge-ne-ral! ¡Aprobado ge-ne-ral!”) dirigido por inevitable estudiante sindicalista que le expuso al profesor el siguiente argumento: “si yo me confundo de fecha, usted me suspende; ¿y qué pasa cuándo usted se equivoca?”. Ya sólo faltaba que pusieran la guillotina en clase cuando el viejo se descolgó con una generosa propuesta: quien quisiera podía hacer el examen ese día, y quien lo prefiriera podía venir al día siguiente. Arbusto eligió la mejor opción: esperar a que repartieran los exámenes, con la mochila preparada, y luego abandonar el aula con el papelito bien escondido. Al día siguiente, triunfo arrasador y sobresaliente al canto.
- “Figuras y procesos de la economía de entreguerras”. Espectacular título y no menos espectacular asignatura. La destapé en la matriculación del tercer año y un par de sabios colegas se apuntaron al desafío. Era una asignatura del segundo cuatrimestre y allí apareció, a finales de febrera, una extraña señora que nos dijo que era “demasiado tarde para impartir clase”, motivo por el cual dijo que nos convocaba directamente para los exámenes de mayo. El examen en cuestión consistía en que grupos de tres o cuatro personas fuera al despacho para hablar sobre un libro que ella encargaría previamente (dejando bien claro que, si éramos tres, teníamos que dividir el libro en tres partes: nada de leerlo completo). Conclusión: toda el trabajo de la asignatura se limitó a una breve charla surrealista a cuatro bandas. Una vez más, se demuestra que el periodo de entreguerras es el único que vale la pena de todo el siglo XX.
Espero que estas tres asignaturas sirvan de botón de muestra (me gusta esta expresión, no lo puedo remediar) para que los neutrales lectores puedan hacerse una idea de la rigurosidad intelectual de la Complutense. Todo un oasis de sabiduría, sin duda. Y muchas ganas de hacerlo bien, como el bedel que cerraba las aulas por las tardes sin mirar quién quedaba en los despachos, y que dejó encerrada a una profesora (esto lo he visto yo, que fui el que oyó sus golpes en la puerta de cristal).
- “Información deportiva”. Un profesor septuagenario se dedicaba a leer sus apuntes en clase, a la que ni Quic, ni Ed, ni Gonz, ni Arbusto asistieron jamás. Gracias a un topo, y tirando de muchos hilos, nos entregaron el libro fotocopiado en un botellón organizado el viernes anterior al examen (para que luego digan que los jóvenes no tenemos inquietudes culturales). Un par de horas antes del examen, quedamos en un café para explicarnos mutuamente lo que sabíamos del libro (que era más bien poco). Aquello no era sino un compendio de fechas intrascendentes (por ejemplo, "¿cuándo se celebraron los Juegos Mediterráneos de Alejandría?") y clasificaciones absurdas ("los deportes son: de bola, de palo, de nosequé…"), todo ello aderezado con aseveraciones franquistas del tipo “el Frente de Juventudes promovió intensamente el deporte desde la posguerra”, con una mítica foto de un cura en un frontón español. También había ataques a Carrillo y a los dirigentes comunistas, unos navajazos del profesor que me hicieron mucha gracia aunque, si uno lo piensa ahora con distancia, tampoco estaban faltos de razón.
Aparecimos en el examen, que era a las cinco de la tarde, y allí había mucho estudiantillo pero ningún profesor. La gente se quejó a secretaría y al final apareció el hombre a las seis y media, argumentando que se había confundido de día (yo creo que se había quedado sobado en el sofá de su caso). Los alumnos más jóvenes promovieron un conato al estilo cárcel brasileña (gritos de “¡Aprobado ge-ne-ral! ¡Aprobado ge-ne-ral!”) dirigido por inevitable estudiante sindicalista que le expuso al profesor el siguiente argumento: “si yo me confundo de fecha, usted me suspende; ¿y qué pasa cuándo usted se equivoca?”. Ya sólo faltaba que pusieran la guillotina en clase cuando el viejo se descolgó con una generosa propuesta: quien quisiera podía hacer el examen ese día, y quien lo prefiriera podía venir al día siguiente. Arbusto eligió la mejor opción: esperar a que repartieran los exámenes, con la mochila preparada, y luego abandonar el aula con el papelito bien escondido. Al día siguiente, triunfo arrasador y sobresaliente al canto.
- “Figuras y procesos de la economía de entreguerras”. Espectacular título y no menos espectacular asignatura. La destapé en la matriculación del tercer año y un par de sabios colegas se apuntaron al desafío. Era una asignatura del segundo cuatrimestre y allí apareció, a finales de febrera, una extraña señora que nos dijo que era “demasiado tarde para impartir clase”, motivo por el cual dijo que nos convocaba directamente para los exámenes de mayo. El examen en cuestión consistía en que grupos de tres o cuatro personas fuera al despacho para hablar sobre un libro que ella encargaría previamente (dejando bien claro que, si éramos tres, teníamos que dividir el libro en tres partes: nada de leerlo completo). Conclusión: toda el trabajo de la asignatura se limitó a una breve charla surrealista a cuatro bandas. Una vez más, se demuestra que el periodo de entreguerras es el único que vale la pena de todo el siglo XX.
Espero que estas tres asignaturas sirvan de botón de muestra (me gusta esta expresión, no lo puedo remediar) para que los neutrales lectores puedan hacerse una idea de la rigurosidad intelectual de la Complutense. Todo un oasis de sabiduría, sin duda. Y muchas ganas de hacerlo bien, como el bedel que cerraba las aulas por las tardes sin mirar quién quedaba en los despachos, y que dejó encerrada a una profesora (esto lo he visto yo, que fui el que oyó sus golpes en la puerta de cristal).
8 Comments:
Yo no recuerdo esa anécdota en la que aparezco. El día que haga una autobiografía, serás mi negro. Sabes más de ciertas cosas que yo mismo.
Quic ¿Cual es la que no conoces? ¿La de la traición de Sue o la del café resumelibro antes del examen? Si es la segunda, me callo, si fuere la primera, creo que yo misma te he oído contar esa anécdota alguna vez...
¡¡¡¡FALSEDAD Y MISERIA!!!! Ni siquiera Quic recuerda esa anécdota salida sólo de tu mente calenturienta. Primero me acusas de boicotear tu boda y después de boicotear tu carrera. ¿Quieres que todo el mundo piense que soy una perra del demonio? Desde aquí advierto a todo el mundo: no le creáis, tanto frío le ha trastornado.
¿Por qué no recuerdas otras anécdotas más simpáticas, como cuando te acompañé a comprar ropa interior en Atenas o cuando hicimos ese mítico pastel?
Att, por favor, no colabores en el linchamiento a mi persona.
Sue: parece que además de no tener la conciencia tranquila eres un poco cobarde: coartar la libertad de expresión de Att me parece una jugada muy baja. Dejemos que la verdad salga a la luz (bajo ciertas restricciones arbustianas, que para eso es mi blog).
HAYA PAZ!!!!!!!!!!!!! (Les Luthiers dixit)
Que sepáis, todos, que ajeno como soy a la realidad -cutre- de la Complu, no imputo nada a nadie. WBush y yo ya hemos hablado de la esencial abyección de la Universidad Pública toda ella.
Sue, nadie ha hablado de boda alguna. WBush te quiere. ATT te quiere. Quic te quiere. A mí, en concreto, jamás se me ha pasado por la cabeza que seas una perra del infierno.
En cuanto a los examenes sólo se ha puesto de manifiesto una cierta descoordinación (irrelevante) entre actuaciones ordenadas a tomar el pelo al profesor de turno (cosa que a mí como ex-profesor universitario me han dolido, pero sabré superarlo, si bien lo de la negritud de su tesis me hace abonar la teoriar de "que le den")
Así que no ha pasado nada.
En cuanto al periodo de entreguerra, dilecto WBush, ya sabe V. que, al resto, coincidimos enteramente V. y yo.
Hans, quizá no lo recuerdes, pero no hace mucho Arbusto escribía un post en el que me culpaba de sabotear la "ceremonia" en la que CC y él se convirtieron en "pareja de hecho" llevando una fotocopia del DNI defectuosa.
Con esta segunda acusación de chivata al profe no he podido menos que sospechar una campaña orquestada contra mi. Pero no hay problema, no soy rencorosa, y en breve me defenderé.
En un post del 15 de marzo hablé algo de nuestra boda progre, que tuvo lugar un martes (o un miércoles, no recuerdo) a las 9 de la mañana en unos bajos de Gran Vía.
Para celebrar el enlace, los contrayentes Arbusto-Copycat y tres testigos nos fuimos a desayunar a un Starbucks en el que, por cierto, una camarera muy zorra escamoteó a Copycat la megacookie que le correspondía con la oferta de desayuno. ¡Joder, esa tía quiso arruinar "el día más feliz de nuestras vidas"!
El post en cuestión:
http://arbustoguerrero.blogspot.com/2006/03/arbusto-y-la-religin-catlica.html
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