jueves, mayo 25, 2006

La universidad privada...

Como diría Mister T, persona con capacitación más que de sobra para ocupar nuestro ministerio de Cultura, la vida está hecha de contrarios: “existe el Bien, existe el Mal; la noche, el día; el blanco, el negro; el queso fresco, el queso curado; la naranja washingtona, la pera de agua”.

Podríamos añadir otra pareja de contrarios: la universidad privada y la universidad pública.

Lo único que conozco de la privada es la Universidad Europea de Madrid. Sólo he ido a la Europea dos veces (una para examinarme del TOEFL, y otra para acompañar a Copycat al mismo examen) pero creo que con lo que vi allí ya tengo más que suficiente para marcarme un post. Se trata de una universidad muy al estilo americanito, con mucho verde y un puente que cruza un río, un lago o lo que sea (artificial todo, eso sí). Parece ser que los viernes hacen jornadas de convivencia al estilo cazurros de Yale (los de Yale son cazurros con dinero, nada más), porque un día me encontré a toda la peña de “sesudos estudiantes” dividida en dos grupos: en uno, se hacían combates de sumo en pañales; en el otro, se jugaba a un volley-playa improvisado.

Lo mejor de la universidad, sin duda, son sus servicios: uno llega a lavarse las manos o a echarse agua en la cara y al ver esos retretes tan brillantes, tan impolutos… pues se pone a la labor aunque no hubiera ganas. No sé si hay algún estudio científico al respecto, pero estoy seguro de que el cerebro envía una señal a los intestinos del tipo: “notificación inmediata. Implemente el proyecto, por favor”. Como decía, las dos veces que estuve en la Europea tuve muy buenas experiencias a la hora de dar salida a las obligaciones que la cárcel del cuerpo impone a mi alma platónica.

En la Complutense, en cambio, los aseos de tíos (los de tías serán igual, supongo) son unos cubículos que ofrecen dos servicios muy específicos: lavado de manos y/o expulsión de orines, en el orden que se quiera (y el orden es importante, como decía Woody Allen a la prostituta en Desmontando a Harry). En cuanto a labores mayores, hay que estar muy jodido para perpetrar una sentada en la universidad pública. A no ser que se trate de una alerta naranja, como mínimo, cualquier estudiante sabe que es mejor esperar. No hay papel y en muchos casos las puertas no tienen pestillo. En el escudo de la Complutense deberían poner como lema “Aquí no hay quien…”

Volviendo a la excelsa Universidad Europea, lo que más me repatea es el hecho de que los alumnos vayan de buenrollistas. No sé por qué se camuflan de proletarios, cuando todos saben que tienen pasta de sobra. En eso defiendo a los pijos, colectivo siempre vilipendiado, porque al menos no tienen complejos y se sienten orgullosos de lo que son. Por eso me cae bien Tamara Falcó, una chica simpática que no creo que sea inferior en inteligencia a la media pija española. La mujer está forrada y no se va a poner, a estas alturas, a jugar a disfrazarse de izquierdista. Y si tiene que meterse una hostia con el coche, no lo hace en una vulgar carretera camino de Illescas, sino que se lleva por delante el Vips de la calle Fuencarral de Madrid. Con un par.

Y es mentira que no haya gente interesante en la Europea. Yo mismo hice un colega allí, aunque he de reconocer que más que amistad lo nuestro fue una instantánea empatía debido a nuestra condición de clase baja entre aquellos millonarios. Bebía agua en una fuente de la cafetería y luego fui a pedir un bocadillo al camarero, quien me recibió con estas palabras: “¡Increíble, tío! ¡Increíble!” (y no era Bisbal en su época pre-OT). El chaval, un empleado de Sodexho, me dijo que en dos años de curro allí yo era el primer tipo al que había visto beber a morro de la fuente. “Aquí todo el mundo utiliza vasitos y, cuando se agotan, la gente viene muy enfadada a exigirme que los reponga”. De manera un tanto rastrera, aproveché su buen humor pasajero para pedirle un bocata de lomo con queso, el más caro que había, sabedor de que el chaval me iba a poner ración extra de ingredientes. Acerté, por supuesto.

4 Comments:

At 11:30 a. m., Blogger Hans said...

"... tuve muy buenas experiencias a la hora de dar salida a las obligaciones que la cárcel del cuerpo impone a mi alma platónica".
Incomensurable, querido Arbusto. Inconmensurable. Escatología pos-socrática. Iba a escribir "Te cagas", como expresión de mi ostensible entusiasmo, pero no va con mi estilo. Era demasiado obvio, además.

 
At 10:11 p. m., Blogger arbusto el guerrero said...

Es usted un lector muy agradecido, Herr Hans. Así da gusto.

 
At 11:49 a. m., Anonymous Anónimo said...

"...Lo mejor de la universidad, sin duda, son sus servicios: uno llega a lavarse las manos o a echarse agua en la cara y al ver esos retretes tan brillantes, tan impolutos… pues se pone a la labor aunque no hubiera ganas"

Estás seguro de que no te tomaste antes un café en la cafetería? normalmente ese suele ser el motivo que "invita" a usar los baños (creeme, tomo muchos cafés en la Europea) :-)

 
At 12:39 a. m., Blogger arbusto el guerrero said...

No lo sé, creo que no tomé ningún café antes del examen, pero tampoco recuerdo con exactitud. En cualquier caso, tu comentario no hace sino confirmar que más vale no tomar café en sitios "desconocidos" (igual que cuando mi madre me decía que no aceptara caramelos de desconocidos).

Seguro que es usted una persona sabia y bebe de la fuente sin necesidad de vasitos.

Un saludo arbustiano.

 

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