viernes, diciembre 15, 2006

Papá Noel a tope

Al principio intenté volver la mirada y no ver la atrocidad inminente. Fue el año pasado: algunos indicios lo anunciaban ya. Entonces fui cómplice con mi silencio, y ahora vienen a por mí, despiadados.

He salido a la calle después de tres días en mi cueva improvisada (habito en un dormitorio de prestado) y me he encontrado con una dolorosa agresión visual, un holocausto estético en toda regla. Las fachadas de mi puto pueblo están llenas de muñequitos que simulan un Papá Noel que está trepando por la terraza, siempre en las formas más ridículas posibles: colgado de una precaria escala, con una pierna en la terraza y otra en el aire, dando la cara a la calle (¿alguien trepa de espaldas?)… y muchas otras posturas para olvidar. Esto de colgar un muñecote de esos no es que me parezca mal (allá cada cual con sus horteradas), sino que me parece tristísimo por el hecho de que la gente lo hace por puro borreguismo. Me cuenta mi señora madre que es que por aquí eso de tener un bicho de esos confiere alto estatus social, por alguna razón que se me escapa. Vamos, que te gastas 50 euros (y estoy tirando por lo alto) en un muñeco fabricado en China, y ya con eso arreglas que tu hijo sea un cocainómano que abandonó el instituto con 16 años.

Por las noches, además, algunos de los muñecos brillan con lucecitas (esto sólo está al alcance de la jet set local, por supuesto. Yo tendría cuidadito con todo esto de los muñecos, porque entre tanta decoración se corre el riesgo de sufrir ciertos malentendidos:

- ¡Mamá, mamá, qué bonito nuestro Papá Noel! ¡Mira cómo se mueve, y cómo trepa, qué chuli!

Luego entra por la terraza el albano-kosovar disfrazado de Papá Noel, y la fiesta como que se acaba de golpe (sí, chiste xenófobo. ¿Algún problema?)

Tampoco es plan de darle más bola a estos mediocres ejercicios de/para las masas. Cerraré este post con un meme que Hans nos pidió a nuestros cuantos blogueros hace unos días. Esto del meme consiste en abrir un libro por la página 123 y copiar la quinta línea, como ya han hecho Copycat, Sue, Att y Quic. Como siempre, Borges nunca decepciona:

"No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)".

Es evidente que estamos hablando de “Funes el memorioso”. El extracto es de la página 123 de la colección de relatos Narraciones publicada en la editorial Cátedra, edición a cargo de Marcos Ricardo Barnatán (el padre de Jimmy Barnatán, el que hacía de niño endemoniado en El día de la bestia, y recientemente en el papel de Chucky en Los Serrano).

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6 Comments:

At 1:04 p. m., Blogger Sue said...

Leí ayer en El País que una niña de cinco años se ha descalabrado al caer desde un quinto piso para tratar de coger el papá noel de los c*jones.

 
At 1:38 p. m., Blogger arbusto el guerrero said...

Un argumento más a mi favor.

 
At 11:17 a. m., Anonymous Anónimo said...

Las primeras veces que vi a los papanoeles esos colgantes pensé en dos cosas: posible confusión con un caco que entra impunemente por la ventana; alguien que se ha colgado. Pero la sensación de absoluto desasosiego me llegó cuando, todavía en febrero o marzo, quedaban muchos abandonados en las fachadas.

 
At 11:20 a. m., Anonymous Anónimo said...

¿También puedo yo hacer lo de la págnina 123, quinta línea? Allá voy...

 
At 3:02 a. m., Blogger arbusto el guerrero said...

Adelante, adelante... cualquiera que odie los papanoeles es bienvenido en la casa arbustiana.

 
At 3:24 a. m., Blogger Unknown said...

odio esos malditos papanoeles...

vivo en sevilla y hay barrios donde son plaga. da mieo.

te lo dije hace unos mese sy te lo repito: enhorabuena por el blog

 

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