jueves, julio 20, 2006

Un ladrón anda suelto

Tenemos movida en el edificio. Ayer aparecieron todas las paredes empapeladas con el siguiente mensaje: “Quien se haya llevado el periódico al que estoy suscrito, mejor que lo vaya devolviendo. No es la primera vez que me roban el periódico y ya estoy cansado. Si no lo devuelven hoy, estoy dispuesto a pedir las grabaciones de la cámara de seguridad. Y aviso que pienso denunciar al ladrón”.

Pues eso, que alguien está muy jodido porque le chorizan (gran verbo “chorizar”, que los muy pulcros españoles utilizamos cada vez menos) el periódico. Por un lado, entiendo que no es nada agradable hacer un pago anual para que luego haya un cabrón que disfrute de tu diario favorito mientras espera a Godot en el cuarto de baño (y hay veces en las que Godot tarda mucho en llegar, y algunas ni llega…) Pero, por otro lado, no puedo negar que apenas siento empatía por ese ciudadano víctima del delito, porque a mí el tema de las suscripciones nunca me ha gustado demasiado. Veamos: ¿qué beneficios tiene suscribirse a un periódico?

1. La prensa te llega cada día a la hora de desayunar. He de admitir que es terriblemente cool eso de leer el periódico mientras tomas el café.
2. Hay días en los que no apetece salir a la calle para nada. Muy útil eso de tener el diario en la puerta.
3. Te ahorras un poco dinero al pagar la suscripción anual de un golpe.

No está mal. Pero no compensa, en mi opinión. Veamos los puntos débiles:

1. Te expones, día sí y día también, a que te roben el periódico. Muchas veces no te lo roban para leerlo, sino simplemente por joder (no olvidemos: la envidia, deporte nacional).
2. Te gastas una pasta para depender de un puto repartidor que no siempre hace bien su trabajo. Como vivas en un sitio con una dirección confusa (o de esos con número antiguo y nuevo a la vez) corres el serio riesgo de que los envíos no lleguen siempre. También puede pasar que el repartidor se quede dormido, como me pasaría a mí si tuviera que levantarme a las cuatro o a las cinco de la madrugada para repartir prensa.
3. El momento “periódico en la puerta de casa” está muy bien en la teoría, pero en la práctica resulta que en la puerta de casa hay lluvia, polvo y quién sabe si alguna cagada de perro.
4. Si te vas unos días de vacaciones, resulta que estás pagando por un servicio que no tienes. Así que leer la prensa en otra ciudad te sale a doble de precio: pagas el ejemplar que lees y el que no lees.
5. Te pierdes esas conversaciones míticas con los quiosqueros: ellos siempre saben qué periódico trae más suplementos los viernes, cuál regala muñecos de los Simpsons el sábado y aquél que regala un dvd gratis en la primera entrega de la colección.

Lo dicho: suscribirse a un periódico está pasado de moda. Este verano, todos contra las suscripciones de periódicos. Así dejaremos de llenar los bolsillos de los magnates de la prensa y a la vez, de un plumazo, nos cargaremos a los pequeños delincuentes que roban la prensa a los suscriptores.