martes, febrero 14, 2006

Freaks: la película

Hace tiempo que me apetecía escribir un post sobre Freaks, película dirigida por Ted Browning (el director del Drácula de Bela Lugosi) en 1932. Ahora el populacho utiliza la palabra freak para referirse a cualquier cosa, cuando fue esta película la que popularizó realmente el término hace muchos, muuuchos años.

Siento especial admiración por el personaje de Hans, un elegante enano que pone la nota de glamour en un circo situado en Francia. Hans, quien se dirige a las damas en alemán, comete el error de enamorarse de Cleopatra, una bella mujer del circo y uno de los pocos seres “normales”, teniendo en cuenta que la mayoría tiene defectos físicos. Cleopatra seduce a Hans sólo para robarle su dinero y, claro, llegado un punto la cuadrilla de freaks no tiene otra opción que pasar a cuchillo a la señorita en cuestión y a su malvado / cobarde secuaz. Bien hecho, chicos.

El encanto de la película reside en el hecho de que los tullidos son los únicos con cierta decencia moral, mientras las personas “sanas” aparecen corrompidas por los instintos más bajos. Son tan amables los freaks que, cuando Hans y Cleopatra contraen matrimonio, el grupo de amigos declara públicamente que están dispuestos a aceptar a Cleopatra “como uno de los nuestros”. Por supuesto, la sinvergüenza se echa a reír y se burla de todos ellos. En Freaks, encuentro particularmente interesante la solidaridad entre apestados de la sociedad, así como su inteligencia a la hora de sobrellevar sus defectos.

Ted Browning reclutó a verdaderos actores de circo: la mujer barbuda, el hombre torso, el hombre hermafrodita… todo un desfile de gente curiosa. Pero, a diferencia de lo que les ha venido ocurriendo durante siglos, Browning los trató con respeto.

He estado leyendo a Focault para conocer más cosas sobre el tratamiento que se daba a esta gente con problemas físicos. Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la forma en la que se trataba a aquellos disminuidos mentales con problemas en el habla. Desde la Edad Media, aquel individuo cuya habla fuera distinta a la de los demás (“habla”, en el sentido literal de sonidos emitidos al hablar) pasaba a ser considerado automáticamente como “loco”. Las deformaciones en la expresión eran consideradas igual de graves que las taras físicas y, en ambos casos, ello conllevaba el aislamiento del enfermo. Cuenta Foucault que hasta el siglo XVIII no hubo ningún doctor en Europa que se preocupara por la patología del habla, ya que durante siglos las palabras de ciertas personas eran consideradas, simplemente, como algo sin significado. En otras ocasiones, las palabras de los locos eran interpretadas como el mensaje místico de algún profeta o alucinado, algo que recuerda la figura del rapsoda en la lírica de la Grecia clásica. Una variación de la figura del loco era la del bufón, ese ridículo personaje que tiene la licencia de decir cualquier cosa sin recibir castigo alguno: incluso podía reírse del rey delante de sus narices y criticar todos sus comportamientos, ya que su discurso carecía del valor de verdad (lo cual demuestra que la verdad no deja de ser una convención).

Arbusto el guerrero, Arbusto el bufón. Qué más da: siempre nos quedará Freaks.

2 Comments:

At 8:21 p. m., Anonymous Anónimo said...

Interesante. Según lo que cuentas de lo de los defectos del habla, ¿Fedeguico sería un apestado si hubiese nacido hace unos siglitos? Ays, qué irónico es el tiempo, "es como un tren, convierte el presente en pasado", que diría Bono (el de U2, no el de "Ejque", ese que dijo ayer que "al PP le pasa con Rajoy lo que a nosotros con Almunia").

 
At 5:08 a. m., Blogger arbusto el guerrero said...

Pues sí, amigo, no me había percatado de que la relación entre defectos de habla y problemas mentales parece funcionar en el caso de Fedeguico Jiménez Losantos.

Me estoy imaginado nuevos números circenses en las película "Freaks". El circo abriendo a las 6 de la mañana: "Señores y señoras (tambores) con todos ustedes (más tambores) Federico Jiménez Losantos (platillos)". Como acompañantes de Losantos, podrían fichar al "hombre morsa" (César Vidal) y al hombre que echa espuma por la boca (Enric Sopena).

Eso sí que sería aterrador.

 

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