sábado, junio 11, 2005

Ramón García


He intentado abstraerme de ello, pero resulta materialmente imposible. Como cada año, y ya van once, Ramón García vuelve con su Grand Prix. He copiado un texto publicado este viernes en el suplemento de uno de los periódicos más vendidos de España, y me he permitido el lujo de traducir cada párrafo en lo que de verdad opina la gente. Veréis que la diferencia es abismal.

"Con la llegada del buen tiempo y los calores, irrumpe en la parrilla de TVE, un año más, el Grand Prix del verano, ese refrescante programa que en los últimos 11 años ha estado enfrentando - deportivamente hablando - a pueblos de toda España y asegurando la diversión a millones de telespectadores."

Con la llegada de una nueva ola de calor que producirá la muerte de decenas de personas, TVE emite de nuevo su manido programa Grand Prix. Las pocas ganas de trabajar que tienen los funcionarios de la televisión pública hace que, un puto año más, los peces gordos sigan robando cantidades millonarias sin tener que currarse nada nuevo (¿por qué lo van a hacer si nadie los va a echar del trabajo?)

"Ramón García vuelve una temporada más a tomar las riendas de este espacio estival en el que estarán también las bailarinas del clásico Ballet del Grand Prix, que ayudarán a los concursantes a entender mejor las divertidas pruebas y animarán a las localidades concursantes."

Ramón García, personaje odiado por todo el país (como quedó demostrado el 31 de diciembre) vuelve a hacer el paripé de presentar un programa del que él mismo se avergüenza en la intimidad. Junto al caradura de Ramón, unas aspirantes a modelos harán de mujeres tontitas (toma ya igualdad de sexos en pleno siglo XXI) y pondrán cachondos a nuestros jubilados con sus faldas y sus medias transparentes. Estas bailarinas / azafatas poco tienen que ayudar a los participantes, pues la simpleza de las normas las hace accesibles hasta para Carmen Calvo.

"La presente edición llega con nuevas sorpresas y juegos que se combinarán con los habituales del concurso, como Los troncos locos o La patata caliente. Habrá competiciones de fuerza, persecución, habilidad y divertidos disfraces, así como una enorme piscina que recogerá cientos de chapuzones. Por supuesto, tras más de una década siendo la protagonista, la vaquilla no podrá faltar en el nuevo Grand Prix, provocando un buen número de acrobáticas caídas y trastazos para todos los gustos. Tres árbitros controlarán que los juegos se realicen correctamente y darán una puntuación justa a cada concursante."

Esta undécima edición de Grand Prix viene a traer lo mismo de siempre. Los troncos locos no dejan de ser una paupérrima copia de la mítica prueba de Humor Amarillo, y La patata caliente es un peñaazo sin igual en la historia de la televisión: ¿a alguien le entretiene ver cómo el alcalde de Marmolejos intenta acertar la altura del Monte Aneto: 1800 metros, 1900 metros...? La piscina, foco infecto de meados, pone la nota acuática en un programa que se dice refrescante. ¡Ah! Y no se olviden de la puta vaquilla, puesto que sin este aditamento carpetovetónico perderíamos nuestra identidad imperial. Tres funcionarios disfrazados de árbitros (¿por qué llevan pantalón de chándal amarillo?) desarrollarán la farsa de repartir los puntos de forma equitativa para mantener la emoción hasta la última prueba del concurso.

"Los municipios concursantes estarán representados por un numeroso equipo de participantes, encabezado por su alcalde y un personaje famoso que actuará como padrino o madrina."

Los pueblos participantes pagarán una pasta para aprovechar el excelente marco publicitario que es el prime-time de TVE, una cadena cuya audiencia desciende en picado. Para más inri, no hemos de olvidar que en verano aún hay menos gente viendo la televisión. Podremos admirar a un numeroso equipo de paletos que acudirá al plató con el objetivo primordial de poder relatar múltiples anécdotas (bastante embellecidas, para qué negarlo) sobre su interacción física con las azafatas (roces, palmadas) a sus colegas de polígono industrial. Al ladrón del alcalde, todo un cínico amante del transfuguismo y amigo de especuladores inmobiliarios, le acompañarán grandes personalidades de la vida social española, a modo de padrino o madrina. Entre ellos (cómo no) desfilarán Coral Bistuer, Juncal Rivero y, casi con toda seguridad, el nunca-suficientemente-valorado-pensador Ramoncín. Previo paso por la caja registradora, eso sí.

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