Fascistas
Adrian Mutu siempre me ha caído bien. Después de jugar un tiempo en Italia, este delantero rumano fichó por el Chelsea en la temporada 2003-04, cuando todavía ese ladrón multimillonario llamado Abrahamovic no había comprado al club inglés. El año siguiente fue suspendido por la federación inglesa tras dar positivo en un control antidopaje. Mutu se quedó sin equipo y no pudo jugar durante un año. Ahora está de suplente en la Juventud de Turín, pero su prestigio no es, ni mucho menos, el de antes del escándalo.
Al hablar de dopaje, lo primero que viene a la mente son esas redes organizadas que emponzoñan deportes como el ciclismo o el atletismo. Sin embargo, en el caso de Mutu no fue ningún fármaco ilegal el que apareció en el control antidopaje, sino restos de cocaína. El chaval dijo después que solía tomar la droga en sus noches de farra con ‘amigas’: “tomé cocaína para mejorar mi rendimiento sexual”, declaró sin pudor. No voy a juzgar el comportamiento de cada uno (allá cada cual) pero me parece vergonzoso que a estas alturas se siga considerando que la cocaína o el hachís son sustancias dopantes. Vamos a ver, eximios puritanos de despacho, ¿es que benefician al deportista las drogas? ¿No será justamente lo contrario? A Gervasio Deferr, la Federación Internacional de Gimnasia le quitó una medalla de plata en el campeonato del mundo de gimnasia (también perdió el dinero ganado) porque se había fumado unos porros con unos colegas. ¿Saben cuántas horas de su vida invirtió Deffer para conseguir la presea (como dicen ahora los modernos periodistas)? Evidentemente, los moralistas que se pagan drogas y putas con el dinero público de la Federación XXX nunca comprenderán lo injusto que es joder la vida a alguien de esa manera.
A Mutu lo suspendieron un año por tomar cocaína. En cambio, a Paolo Di Canio, quien hace el saludo fascista en cada partido, la federación italiana le ha impuesto la terrible sanción de… 10.000 euros y un partido de suspensión. Y encima se descuelga el macho con palabras como: "Soy fascista, pero no racista. Hago el saludo romano para saludar a mis aficionados y a los que comparten mis ideas. Este brazo tendido no quiere nunca ser una incitación a la violencia y todavía menos al odio racial”. ¿Por qué no nos tiramos de los pelos ahora?
Lo dicho: en los despachos hay mucho puritanismo, mucha hipocresía y demasiado fascista reconvertido en demócrata.
(y aquí hay más fotos de Di Canio: una foto, dos fotos, tres fotos, cuatro fotos...)
2 Comments:
Curiosa entrada ésta, un análisis de la cosa deportivca bastante interesante.
Yo es que no gasto y no sé -ni quiero saber- qué efecto tiene la farlopa. Que cada uno haga lo que deba hacer. Sospecho que tienes razón en cuanto a lo de los canutos: no acabo de ver qué de ventajoso puede tener a efectos deportivos la lasitud feliz del hash o la maría. En fin, ni entro ni salgo.
Lo del saludo romano de ese engendro aproximadamente humano... No me parece bien, pero francamente, a mí lo que me preocupa es la cara que tiene: ese le arrima dos hostias a cualquiera que no piensa como él cree que hay que pensar antes de decir "Duce!". Fijo. Que ese es un fascista se le nota en la cara, no en el brazo. Por otro lado, no es un "brazo en alto" de recibo; queda más parador de taxis que escuadrista. Pero vamos, él sabrá.
Anyway, deberíamos reflexionar sobre el hecho de que hay gente por ahí que porta impúdicamente hoces y martillos. A lo mejor esos también se merecen la multa de 10.000 EUR.
Introduces el tema "hoces y martillos". Más que las banderas en manifestaciones, me sigue chocando el hecho de que ciertos individuos (Santiago Carrillo, Gaspar Llamazares) sigan justificando la URSS. Hace tres o cuatro años, Carrillo publicó en El Mundo una hagiografía de Stalin en la que sostenía, entre otras cosas, que había situado a su país como potencia mundial.
Según ese criterio, Hitler fue un buen hombre porque convirtió a Alemania en una potencia económica y política.
Si Carrillo es "Honoris Causa", ¿por qué no puede serlo De la Cierva, por ejemplo?
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