sábado, octubre 22, 2005

El niño republicano

El problema no es que hubiera sido falangista en su juventud. El problema no es que hubiera sido primero falangista y luego estalinista. El problema de Haro Tecglen es que se dedicó a propagar durante los últimos años de su vida una autobiografía falsa y pestilente. Aprovechó la máquina mediática del grupo Prisa para presentarse como "El niño republicano", como si este caradura hubiera sido siempre de izquierdas. Arbusto, actualmente cursando la asignatura de libre configuración Teoría y Estructura del Cinismo Político, quiere recordar un texto que debería ser conocido por todos. El año es 1944, cinco años después del inicio de la Guerra Civil que el tal Haro Tecglen dijo vivir como niño afecto a la república. Que os aproveche:

"Dies Irae" (en "Informaciones", Madrid, 20 de noviembre de 1944)

La voz de bronce de las campanas de San Lorenzo, el laurel de fama de la corona fúnebre, la piedra gris del Monasterio, los crespones de luto en todos los balcones del Escorial, los dos mil cirios ardiendo en el túmulo gigantesco coronado por el águila de Imperio que se eleva en la Basílica, lloran en esta mañana, con esa tremenda expresión que a veces tienen las cosas sin ánimo, la muerte del Capitán de España.


Hasta el sol y el paisaje han cubierto su inmutable indiferencia con el velo gris de la lluvia y la niebla, y cae sobre la ciudad —lacrima coeli— una llovizna fina y gris.

El instituto, el subconsciente, nos ha repetido sus frases, sus profecías, sus oraciones; y no ha sido voz de ultratumba la suya; ha sido voz palpitante de vida, de la vida y el afán de todos estos magníficos camaradas de la Vieja Guardia, del Frente de Juventudes, de la Sección Femenina... La doctrina del Fundador vive en ellos como en aquellos tiempos, y si el cuerpo de José Antonio está muerto bajo la lápida, su espíritu tiene calor de vida en la de todos los camaradas de la Falange.

Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo.

Y así, en este día de dolor —Dies Irae— a las once —once campanadas densas de todos los relojes han sido heraldos de vuelo de su presencia—, la corona del laurel portada por manos heroicas de viejos camaradas ha llegado a la Basílica, y, entre la doble fila de seminaristas —cirios encendidos en sus manos— ha pasado al Patio de los Reyes y ha entrado en el crucero. Ha sido depositada sobre la lápida de mármol donde grabado está el nombre de José Antonio y la palma de honor y martirio. Había dolor en todos los semblantes. Mientras el coro entonaba el Christus Vinci y los registros del órgano cantaban la elegía del héroe muerto, a nosotros nos parecía oír la clara palabra de José Antonio elevarse de allí donde el mármol vela su cuerpo.

Una alegría tenemos; la de ver que a José Antonio sucede un hombre tan firme y sereno como el que lleva a España por los senderos que él marcó.

Eduardo Haro Tecglen


Posdata arbustiana: Haro Tecglen habría dado todo el dinero del mundo para borrar este artículo de las hemerotecas, en el mejor estilo de la escuela de Stalin. No pudo ser, y por estuvo dándonos por el puto culo con la Guerra Civil hasta sus últimos días de vida. Descansemos en paz.

3 Comments:

At 9:10 p. m., Blogger Hans said...

Sin comentarios. Ya me manifestuve en otra parte, pero insisto: que Dios le tenga donde más le convenga. Urghs.

 
At 1:36 p. m., Blogger Quic said...

¿O sea que te sobras con Haro Tecglen ahora que ha palmado y no dijiste nada de Yubero? Eran, cada uno a lo suyo, las dos caras de la misma moneda.

Digo yo.

 
At 7:55 p. m., Blogger Hans said...

Quic, lo cierto es que no es más que una (ijjiijijiji) transcripción inocente (mmmmmppppffffffff) de un artículo, apenas destacado, de EHT, uno cualquiera (JUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUASJUAS)

Hale, que me hablen de rigor del amigo Eduardo. No, del rigor mortis no.

 

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