Destierro en Suiza (y I)

¿Qué tal, amigos? Tras purgar un destierro de un mes y un día, por fin puedo volver a este nuestro país de la piel de toro (o eso decía el profesor de Geografía, porque yo nunca vi el parecido). Tengo mucho que contar sobre mi ausencia y mi condena a trabajos forzados. Intentaré ser breve: todo empezó cuando presenté una amable burla de la princesa Doña Leticia en uno de mis textos de marzo. La Casa Real, indignada por la sátira, inició un trámite de excepción para expulsarme del país. El destino: Swazilandia (el culo del mundo, vamos). Una pareja de guardias armados me detuvo en mi domicilio y me trasladó al aeropuerto de Barajas, donde me esperaba un avión especialmente reservado para mí. ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo evitar el exilio forzado a ese lejano país regentado por un príncipe demasiado ocupado en juguetear con docenas de mujeres? Justo al pasar el control de policía, tuve que rellenar un formulario (en inglés, con sello de Interpol) ante un funcionario bastante paleto, aunque esto es redundancia. Y entonces escribí: Country of Arrival: Switzerland. El hombre, que de inglés iba más bien justillo, pensó que había escrito "Swazilandia", y mi treta funcionó. Así que me trasladadron a Suiza como lugar de destierro, algo que siempre será mejor que la opción deseada por la rencorosa Monarquía española...