Santiago Segura: un pordiosero expulsado de los Goya
Muy relevante la entrevista que Ana María Ortiz firma con Santiago Segura (El Mundo, suplemento Crónica, 6-feb-05). El director de la segunda película más taquillera de la historia del cine español (Torrente 2) no mereció ser invitado a las galas de los Goya, suponemos que por falta de glamour y progresía. El bueno de Segura dice que si no asistió a la gala fue porque le dio pereza reservar butacas, ya que “teniendo en cuenta que estoy rodando Torrente 3 y que madrugaba al día siguiente no me parecía tan mal verlo desde casa”. Aunque no fue invitado, sí tenía derecho a asistir en tanto que miembro de la Academia del Cine, pero confiesa que su devoción por fotografiarse con ZP no llega al punto de pasarse el día colgado al teléfono para que al final le concedan el pase.
A modo de espectador orteguiano, qué mejor lugar que mi arbusto para formular la siguiente pregunta: ¿tendrá que gastar su preciado tiempo Almodóvar reservando por teléfono butaca para los Goya, a modo de sufrido cliente de Telefónica que pretende que le den de baja el ADSL? Sinceramente, no me veo al figurín manchego pidiendo un par de entradas y repitiendo “ni de las primeras ni de las últimas, con buena visibilidad, y cerca de las cámaras, por favor...”
Calificaba la entrevista a Segura de “relevante”, y mantengo ese adjetivo porque muy relevante me parece para constatar el estado moral de nuestra carcomida industria cinematográfica. Ahora se trata de lamer el culete a Amenábar después de ponerlo a parir (vean si no las declaraciones de Vicente Aranda en su momento) por venderse al capital norteamericano con The Others, mientras que Segura no deja de ser un sucio calvo que ya ni siquiera es gordo. En la próxima gala quizá le toque a Aménabar volver a ser el proscrito oficial, porque el péndulo oscila de un lado para otro...
Y una última pregunta: ¿por qué los Goya no dejan de ser una copia hortera de los Oscar? Mucha cerveza Mahou y mucho Resines diciendo a su hijo “esto es una película española, chavalín”, pero yo no veo flamenco en la gala sino música y vestiditos a cual más snobs. En fin, esto es lo que hay.
PD: ¿por qué no una subvención del ministerio de Incultura para este blog?
A modo de espectador orteguiano, qué mejor lugar que mi arbusto para formular la siguiente pregunta: ¿tendrá que gastar su preciado tiempo Almodóvar reservando por teléfono butaca para los Goya, a modo de sufrido cliente de Telefónica que pretende que le den de baja el ADSL? Sinceramente, no me veo al figurín manchego pidiendo un par de entradas y repitiendo “ni de las primeras ni de las últimas, con buena visibilidad, y cerca de las cámaras, por favor...”
Calificaba la entrevista a Segura de “relevante”, y mantengo ese adjetivo porque muy relevante me parece para constatar el estado moral de nuestra carcomida industria cinematográfica. Ahora se trata de lamer el culete a Amenábar después de ponerlo a parir (vean si no las declaraciones de Vicente Aranda en su momento) por venderse al capital norteamericano con The Others, mientras que Segura no deja de ser un sucio calvo que ya ni siquiera es gordo. En la próxima gala quizá le toque a Aménabar volver a ser el proscrito oficial, porque el péndulo oscila de un lado para otro...
Y una última pregunta: ¿por qué los Goya no dejan de ser una copia hortera de los Oscar? Mucha cerveza Mahou y mucho Resines diciendo a su hijo “esto es una película española, chavalín”, pero yo no veo flamenco en la gala sino música y vestiditos a cual más snobs. En fin, esto es lo que hay.
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